jueves, 29 de octubre de 2009

Extremidades


Vos, por como sos, te merecés que te peguen una buena cogida. De aquellas kilométricas en el tiempo, que no tienen principio ni final, y que te hacen trascender un poco más allá de tus narices. Porque lo que necesitás es una buena sacudida, la modorra te atonta, algo que te haga salirte de tus casillas. Después venime con que más suave, que soy bruto o torpe, a tu criterio, pero antes te voy a hacer conocer el paraíso un rato. Vamos a dar una vuelta juntos.

Porque no es cuestión de predominancia nomás, ni de imposiciones, aunque la acción intempestiva te caliente y te haga fantasear con quién sabe qué sometimiento, pero también te gusta el cambio de roles. Sentirte dominante, cabalgar en tu propio frenesí sin importar más que lo que podés llegar a comandar desde el fragor de tu propia batalla, la que librás hasta caer rendida.

Entregate, no te pienses que no generaré daño, pero es entre ambigüedades que aprendí que vive el ser humano, y no vas a ser la excepción a la regla, que no escarmienta, dejemos que piense, que lo va a hacer por vos.
Son cuerpos en celo, que se dirigen mutuamente, a la vigilia de saberse plenos, a disfrutar sin que importe otra cosa que la voz de ser dos.


Por eso, vos estás pidiendo que te coja, por más vergüenza que pueda darte decirlo con todas las letras. Y yo me encargo de hacértelo entender, para pasar a algo más divertido que el juego de opuestos y vernos en espejo, cara a cara, en la situación.

Soy el que siempre la tuvo grande, la voluntad de ir por más, y aprender a convivir con esa potencialidad me hizo enfrentar lo que viniera, de un modo particular, parco para algunos, pajero en otros casos, y alocadamente excitado cuando menos lo busco. El que busca, encuentra, y quien ahonda se da cuenta de lo que ocurre.




Extremados extremistas de partes salientes
que es pura carne, y no por eso menos insignificante,
más el que calza deja entrar siempre la esperanza,
de poder probar y quizás alcanza, de burbujas y desconsuelos,
si total saldrá un consumo que busque equilibrar la balanza,
despareja por defecto, y en efecto, alimento la ocasión.

Estás invitada a conducir la palanca de la dicha,
a saber qué hacer con la boca llena de envidia,
y a degustar veleidades entre tu oportuna rompiente,
alcanza con que sea incipiente, no miente,
dice que hace que lo que pinte se pruebe,
si al fin de cuentas no hay plebe que se lleve
la corriente si se adapta a tu calzón.



Raro vos, que no hacés más que esperar, que te venga de arriba el premio, que te vuele la cabeza, y no es esa la desdicha, ya se ha dicho lo que quiso, y todavía no se habrá podido dar. Yo te doy toda la noche, sin reproches, solo en verso, y no me avergüenzo, no pretendo resongar.

Muy a tu pesar, siento que late cuando está dentro y en ese mundo de re-sentimiento no puede estar más que ausente. El presente me la hace cimiento y el disfrute relaja el molde, que a la larga no es más que un niño, que se manifiesta en elecciones erectas, por rectas y paralelas que dan contra tu pared, hecha caverna, y que te acueves, en mi, vos.

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