Me quiero demostrar que en la ciudad se puede construir un grupo de gente colaborativa, que no espera siempre lo máximo que puede dar el otro sino uno mismo. Grupo por sobre individuo. Encuentro en los adultos un desengaño, natural casi, con la idea de que se puede sumar en conjunto. El aportar. Brindarse. Brindar.
El lugar queda frente a plaza Serrano -o Cortázar- en Jorge Luis Borges 1613. Y nos damos cita en el primer piso normalmente a las 20 horas. Esta vez el plan incluye música en vivo y una copa de vino de recepción. Luego, Gonzalo Urtizberea y Claudio Messina harán El mundo ha vivido equivocado, de Roberto Fontanarrosa. Y finalmente, permaneciendo en sus lugares podrán disfrutar de Argentina-Brasil en pantalla gigante. Fútbol, vale aclarar, en estos días polideportivos de basquet y rugby de selección. De Messina a Messi, en un sólo lado (cua). Todo por 60 pesos, y reservando sus mesas llamándome al 15 6207 7403 o por mail a info@poderama.com.ar
Los espero y quienes estén lejos, coméntenselo a quienes gustan estar cerca.
Hago el ejercicio de pensar en causas nobles, ¿qué significa luchar por una noble causa?
Desde mi perspectiva, lo noble es aquello que moralmente es aconsejable hacer, lo que guía el criterio global de desenvolvimiento en la vida, lo que nos lleva a enarbolar una consigna como propia y a intentar conseguir adeptos.
Una causa noble suele entenderse como un acto solidario pero no necesariamente es así. Las causas nobles son las que fomentan el armado de redes, conectar personas que interactúan para generar mayores energías productivas.
Hoy día hay que luchar por hacer comprender una idea que prima: el negocio es hacer algo que posibilite el sistema ganar-ganar, donde todos se ven favorecidos y retribuidos por su labor.
Al difundir actividades que ayudan y proponen la expansión de la conciencia, me encuentro constántemente ante la pregunta de quiénes pueden estar interesados en formar esta red cuyo tendido es invisible y el propósito es armar ese rompecabezas, hacer encajar las piezas que permiten una mejora en la calidad de vida de la comunidad que nos retroalimenta.
Septiembre nos encuentra con estas actividades, los espero y recibo con gusto y ganas de conocerlos. Y quien quiera hacer sinergia con Poderama producciones, no tiene más que preguntarme. Nos vemos.
Una caravana de amor, de alegría, de crítica social de ser necesaria, desde la perspectiva más sana, la de lograr una evolución, un logro por el cual brindar. El pelado Cordera fue uno de los primeros cantautores que conquistó mi oído en épocas de ebullición adolescente, con deseos de llevarme el mundo puesto.
Bersuit, la primera banda que seguí, que sus recitales me dejaban exhausto por adentrarme en el pogo a sacar toda esa euforia y locura primeriza.
Esta vez fue una situación distinta. Más asentado, con un dejo de melancolía, vale aceptar, me inmiscuí en escuchar el nuevo repertorio de Cordera –para mi tendría que ponerle nombre de banda a este nuevo proyecto- que con una parsimonia del que está de vuelta arengó al público que fue a bailar sus pegadizas canciones, con letras llenas de amorosidad y ganas de vivir.
Aquel que vivió las mayores profundidades y oscuridades indefectiblemente tiene la potencialidad de llevar eso mismo a los caminos del vuelo alto y la iluminación. Lo que es abajo, es arriba. Y Gustavo Cordera lo dejó claro. Con mensajes simples, reclamos fidedignos, mente abierta para escuchar a su gente, esa banda que como él dijo está arrancando, los caravaneros mágicos, dieron cátedra en el escenario de Niceto anoche.
Y de eso se trata, al fin de cuentas, de formar una caravana de personas dispuestas a amar sin reparo, de entregarse sin especular con sus mentes q a veces les juegan una mala pasada, más bien abriendo el corazón, animándose a volar.
Mucha identificación, lo sé, porque es alguien a quien seguí desde mis comienzos, cuando el pichón quería salir del cascarón, y sus letras siempre me llegaron hondo.
En este caso, sumando una nueva visión, más integradora, totalizadora de lo que puede producirse cuando el amor es lo que circunda las almas, cuando no hay reparos en brindarse inacabadamente. Decido seguir a esta caravana. Porque uno toma lo que le transmite sensación de humildad y aceptación, y el pelado nuevamente lo consiguió. De un asumido bersuitero que ahora se sentía grande para saltar en el pogo alocado, pero que pudo disfrutarlo desde la parsimonia de la tranquilidad del ser, y en la mejor compañía.
Gracias por la noche mágica, tu caravana sigue creciendo, porque te reformulaste y pariste tu esencia.
Porque hay tantas formas de sentir un evento como personas haya en él.
Porque mi identidad se mezcla con mi sentir actual, y todo se funde en una particular visión del espectáculo, que vi reflejada y condensada en los 120 minutos y los cambios de ánimo de la parcialidad roja.
Un partido, una hinchada resume a la sociedad argentina toda, es una muestra, un extracto inacabado de los modos de encarar la vida misma. Recomiendo vivir la experiencia de estar en una tribuna a todo aquel que quiera hablar de lo popular, estar in situ y sacar sus propias conclusiones.
Están los que alientan cuando está ganando, están los que putean al estar en la adversidad, están los silenciosos, estamos los que mantenemos el grito sostenido con la idea de que el granito hace al arenero, está la familia, está el solitario, están, es tan, es taaan, que no se puede resumir en pocas palabras. Y en esos casos, las imágenes dicen mucho más:
El entusiasmo es un modo de tomarse el mundo. Ser entusiasta es darle la bienvenida a lo que se asoma sin creerlo amenazante ni condicionante, sino como una oportunidad de realización y consumación de lo que deseamos.
En la educación tradicional nos acostumbran a desarrollar el pensamiento crítico, pero lo que esa pata de enseñanza se pierde es la capacidad de vislumbrar, de evolucionar creativamente, de salir del aprieto en el que nos sintamos con una idea que nos saque de esa desazón o exceso de preocupación.
Ser entusiasta es un entrenamiento, y en mi caso quien más me ayudó a comprenderlo de ese modo y abandonar la falsa inteligencia de tener que criticar para sentirme seguro, con la que salí de la escuela secundaria -tan formal y estricta, seguramente muy formadora, no lo niego, pero no completa para encarar la vida misma-, fue el filósofo Alejandro Rozitchner.
Es con él que trabajo desde el 2002, cuando lo escuché por la mañana en el programa de radio de Mario Pergolini, y tomé valor para escribirle un mail que creí nunca respondería. Me equivoqué. No sólo respondió sino que, tras un ida y vuelta, a los 15 días estábamos sentados en un bar de Belgrano charlando y entusiasmándolo con que hiciéramos su sitio web dada la cantidad de cosas que me contaba que hacía (recuerdo que me llamó la atención que me dijera que hizo guiones de humor para Gasalla, en su momento). Lo llevamos adelante, y desde allí nos aventuramos en un camino de trabajo conjunto que aún continúa.
Y a esta altura vale hacer una aclaración, que al mencionar a Alejandro suelo verme obligado a formular con quien hablo (quizás me tenga que rodear de gente menos prejuiciosa :-P).
Las personas entusiastas suelen tener muchas vetas, infinidad de facetas variadas que desenvuelven y llevan adelante en sus vidas, básicamente porque pueden más, la vida la ven como una paleta de colores, no como un mono-tono, opaco y desgastante. Catalogar y encasillar a alguien por un rubro con el que se pueda no estar de acuerdo -en este caso los que se pronuncian anti-pro o anti-derecha, si es que eso existe...- no quita que es un ser que tiene mucho por transmitir en este aspecto. Basta con animarse a escucharlo hablar sobre Creatividad, Entusiasmo, incluso sobre autores como Nietzsche, tan chocante e irritante por momentos, o enunciando sus Premisas para gente que quiere vivir.
Alejandro es un provocador, es un ser que siempre te incita a sacar más de vos, y que al tenerlo tan asimilado en su vida no da espacio ya al que se plante con críticas estériles u observaciones dañinas. Aparte, conocerlo en su intimidad me hace poder afirmar que su amorosidad, dedicación y entrega son sin parangon, y bien les vendría a quienes lo critican ser seres tan luminosos y dispuestos a ayudar como él lo hace.
Ahora, los que se animen a escucharlo, sabrán que sabe ser de extrema colaboración para los que quieran hacer despegar sus proyectos, salir adelante producto de la perseverancia y, sobre todo, del espíritu entusiasta que todo plan necesita para llegar a buen puerto.
Este mes arrancamos con la novedad que sus charlas pueden ser seguidas a distancia por cualquier persona que cuente con una computadora estándar y parlantes para escucharlo.
Es invertir y confiar a pleno en un gran cambio de paradigma en la sociedad, que implica aceptar las diferencias, saber quedarse con lo que es beneficioso y útil para uno, también animarse a usar la tecnología como un medio y no como un fin en sí mismo, y sortear toda distancia que pueda haber con el interlocutor de turno.
Realmente, es muy recomendable meterse en el mundo del Entusiasmo como concepción de vida, y los invito a quienes lean esto a participar de la charla que se desarrollará mañana martes a las 20 horas, en la que podrán preguntar por vía escrita lo que deseen. Tan sólo escríbanme a talleres@bienvenidosami.com.ar y los conduciré en los pasos a seguir.
Y aquí les dejo unos apuntes míos filmados de alguna charla sobre Entusiasmo que le escuché hace unos años:
Los esperamos, y quienes se embarquen en seguir sus charlas online y difundirlas, en la segunda participación pueden gozar de un 2 x 1 para invitar a alguien que quieran compartirle esta modalidad de aprendizaje.
Dios y su Messias. D10S. Dos diez, un Dios. Dos y 10 más.
Mascherano. Y diez más.
Diego. Di ego. Ego.
Lionel Messi. El mesías. ¿Messi será el as? Lio. Hará lio.
A la larga, son 11 jugadores, rotativos, tratando de demostrar su predominio de habilidad por sobre otros 11 que patean para el otro lado.
Maradona llega a conquistar Sudáfrica. Hay otras 31 selecciones que quieren hacer lo mismo. Fútbol que guía el humor social. Sociedad que se entrega a los devenires de 23 monstruos que harán lo posible por conseguir la gloria. No es fácil, por más que muchos piensen que es más simple conseguirlo que no. Nada más lejano.
Ganar un Mundial implica destacarse por sobre el resto, pero también estar con la suerte del caso. Son, al fin y al cabo, 7 partidos en el mejor de los casos. Y que la pelota entre es cuestión de habilidad de los que atacan, pero que no entre en el arco propio, o que se estrelle contra el palo en una aleatoria definición por penales, es parte del destino mismo.
¿Estaremos destinados al éxito? En un mes lo sabremos.
El hecho es que prepararse para este tipo de torneos es de una exigencia superlativa, y parece ser que Diego Armando (equipo) es el indicado por la historia para llevarlo adelante nuevamente. Fe, esperanza, condiciones, faltan, sobran, desbordan de entusiasmo y veremos qué se traen entre las piernas. Porque a la larga, por más técnico que tengamos, los que definen la cuestión son los 11 que están adentro, y capacidad y habilidad les sobra. Veremos si se les da esta vez.
La suerte es necesaria. Desde acá acompañamos. El resto, es pura chachara futbolera, e incluso de los que no entienden que un Mundial es la consumación de habilidad de cada selección nacional. Todos buscan lo mismo, se le da a uno sólo. Ojala sea a Argentina en esta oportunidad.
¿Adiviná cuánto duró el recital de Spinetta? Así arranqué la charla con cualquiera que me cruzara en mi sábado o domingo post concierto.
Velez Sarsfield vibró en sintonía con un genio de la música, con todas las letras. Así eligió definir a la mayoría de los que presentaba y desfilaban por su living tamaño escenario, en donde durante 5 horas y media -sí, ni 4 y media, ni 5, como pude leer o escuchar por ahí- se explayó en un repertorio digno de una orquesta sinfónica, interpretado por los mejores sesionistas de sus respectivos instrumentos. La primera impresión es que rotaba la banda entera tras cada canción.
Fue la noche del Flaco, que por decantación llegó a cada ser profundo que se hizo allí presente. La sensibilidad, pensé mientras tocaba, es el factor común de las 37 mil almas que se juntaron para rendir homenaje a Luis Alberto Spinetta. 40 años ligado a lo mejor de la música nacional le sirvieron en bandeja la posibilidad de hacer de esa noche, lo que quería. Y se notaba que lo disfrutaba, y eso le transmitió a su público. "Los invito a todos a mi casa", les sugirió a aquellos que tras 4 horas y media seguían coreando y pidiendo temas.
Se dio el lujo de arrancar el show leyendo una lista de quienes no pudieron estar, y de convocar a cada músico en forma individual, previo a que tocara.
Las primeras 2 horas y media hizo desfilar por variados temas a Fito, Cerati, Charly, sus hijos, su hermano, Juanse, Malosetti, entre otros (Mollo recién a las 5 horas se acercó a tocar dos temas).
Luego, se dedicó a hacer pasar a cada una de sus bandas. Soy joven, y la música que conozco de Luis me llegó más que por discos, por poner reproducir en una carpeta virtual y que los mp3 suenen "en suffle" e inunden el espacio de su música sagrada.
Porque algo así fue esa noche mágica del viernes. Un momento irrepetible -como todos-, religioso, que se percibía como un hito en la historia del rock. Spinetta, sus bandas eternas y todos los representantes musicales de la época se dieron cita esa noche, de luna 3/4 que se reflejaba detrás del cartel electrónico, y el otro cuarto, de día, lo llenó Luis Alberto con sus melodías precisas y letras de la estratósfera.
Siento que, contrario a lo que manifiestan todos sus fans, no se trata de conocer o recordar momentos emotivos vividos junto a su música nomás, sino de la vibración y la conexión que producen sus acordes. Un hombre y su guitarra, que convocaba a partes de su propia historia y daba cátedra de sonido y calidad musical. Para sentarse, relajarse y disfrutarlo de comienzo a fin.
Su arte genera proyección y dimensión espacial, sensación a flor de piel, psicodelia verbal que se proyecta en esa voz única. "Todo lo que diga él es amoroso", le escuché a quien me acompañaba. Tan simple como real, Spinetta tiene el encanto de su tono, cordial, amable, para decir lo que quiere y cómo quiere. Y sobre todo, sin hipocresía populista, en su eje. Porque sus condiciones naturales lo permiten.
Una noche entera de celebración, dando sobradas muestras de calidad y de paz reinante en los que acompañaban. Desde lo personal -siempre será con esa perspectiva, no hay otra por más objetivo que uno quiera contar lo ocurrido, mejor cargarlo de subjetividad expresiva-, brindo y festejo el modo en que di con las entradas también.
Hace un mes supe y dije que estaría en ese recital. Quería vivirlo, pero la economía no me lo permitía. Aún así, supe estar atento a las ofertas que se hicieran presentes. El martes por la noche, en la soledad de mi hogar, un locutor de radio Mega anunció el sorteo de las últimas entradas y estuve atento a la pregunta para responder al instante y quedar a la espera. Al aire no anunció el ganador, pero a la media hora recibí un llamado diciéndome que me las había ganado. El jueves pasé a buscarlas. Dos plateas Alta Sur, de maravillas, que con una propina al acomodador alcanzó para verlo en el pasillo, justo en mitad de cancha, sentado y dispuestos a disfrutar de una larga y eterna noche. De las que no se olvidan fácil.
Que se redondeó con unas pizzas en la esquina del Estadio, a las 3 y media de la mañana, y una caminata lunar ad infinitum por Juan B. Justo, ante la falta de taxis, que concluyó con extensa y merecida charla en buena compañía hasta que el sol que empezó a asomar nos hizo acordar del cansancio y concluir en mi departamento de Congreso con los rayos brillantes y el placer a cuestas, a las 6 de ese sábado que daba comienzo.
Y la energía que flotó en ese viernes fresco aún sigue resonando en los cuerpos que pudieron disfrutarlo. Porque quedó grabado, a fuego. Esas experiencias son marcas que no se borran. Gracias por tanto arte, Luis, con esa confianza que todos creemos tener con vos por el sólo hecho de haber compartido tu don genial como hiciste a lo largo de tu vida.
Un tributo en vida, con el homenajeado haciendo de anfitrión. Deleite y goce pleno.