Quien deja que sea se lleva indefectiblemente los premios.
Porque dejar que se acontezcan los hechos es la mejor manera de estar seguros de lo que pasa. Y ahí se puede divisar riqueza. La que cautive nuestro interior y libere los karmas.
Si de sangre somos y a la larga buscamos trascender los problemas y resultar lo más felices posibles, es cuestión de dejar que suceda, lo que tenga que aparecer.
Cada cual genera y vibra en una sintonía que lo conecta con seres vivientes, a los que les dará mayor o menor bola según la resonancia que nos produzca.
Ahí reside la razón por la cual no es de cuestionar el dejar librado a la interpretación del momento lo que ocurrirá.
Será lo que deba ser, y sino no será nada.