domingo, 8 de abril de 2012

Sin falta

Te sugeriría una cosa, en la medida de tus posibilidades, siempre que -desde la base- te concibas como un ser de bien y que tiene sus aspiraciones de crecer y evolucionar en su vida. Te diría que básicamente trabajes y ejercites el músculo que te permita suprimir de cuajo la sensación de falta.
Si no lográs desterrarlo, el faltante, algo desagradable, poco feliz, te estará atosigando en la nuca todo el tiempo.

La falta llega en el momento que más dichoso podés sentirte, para arruinar los planes de alegría que tengas. Lo faltante te impide concebir un estado de plenitud y está asechando siempre en el inconsciente para que te creas la ilusoria idea de que a lo que conseguiste le falta -justamente- algo.

Te agobia, quita energías y entretiene en la suposición de que si lo hicieras de este otro modo algo mejor podría ocurrir, cuando la realidad -siempre por vos concebida- es que lo hecho, hecho está, y a lo sumo en la siguiente ocasión podrás abordarlo con la enseñanza asimilada. Para eso sirve experimentar. Es la historia que construyas lo que te hará estar parado en el lugar y momento indicado, o que lo empieces a pensar así. Porque, lo creas o no, la verdad es que no falta nada, ya podés sentirte feliz.

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