viernes, 27 de septiembre de 2013

Debe ser

Debe ser que al destapar trabas limitantes se siente un placer tan grande, interno, inenarrable, que por eso elijo ir por ahí.

Debe ser que al nacer supe que mi misión era traerle ganas y empuje a una familia devastada por la pérdida de una hija menos de un año antes, y eso me lleva a querer acompañar y probar modos de superar aquello que no se puede enmendar pero sí sanar, con el tiempo y sin tanto apuro, en este plano y en otros que encima no tenemos, nadie, claro que existan. Pero confío, en que los nudos se deshacen en la acción.

Debe ser es un imperativo que usan muchos seres terrenos para decirle al otro por dónde creen que va eso de sentirse realizados, y como no existe una sola respuesta a eso -o sí, la propia- se entra en obligaciones fatuas, en juegos rengos de contenido deseoso y gustoso, y de ahí las confusiones posteriores.

Debe ser que cada cual tendrá que aprender a escucharse a sí mismo, genuinamente, honradamente, abrazando su oscuro proceso de reconocimiento interno para parir su ser de luz. Debe ser que me canso de escuchar gente que ante la expresión abierta y este tipo de enunciaciones “new-age”, de autoayuda, o póngale el calificativo que quiera, se resguarda de algo que a todos nos cuesta, en primera instancia reconocer, y luego dar a conocer. Que es ni más ni menos que nuestro Ser, y de allí la manera de ser.
Esa tarea que nadie puede salvarse de atravesar en vida que es dar con lo que le gusta, para qué siente que vino a este planeta, qué lo mueve y hace sentir feliz de hacer algo cada día por que eso se concrete; ese es, creo, el deber ser más genuino y auténtico de cada cual. Y nadie dice que sea fácil ese reconocimiento, incluso dudo que tenga fin. Hay que hacerlo muy consciente el accionar para llegar al fondo de esta cuestión a la que quiero llegar -y desde luego dudo si se entenderá-, pero tengo claro que hay que aprender a abrirse un camino entre el matorral, aprender a despejar el área e ir por más.

Debe ser que cuando cualquiera, en su soledad, se anima a preguntarse “¿y qué quiero hacer?”, con sinceridad, sin tapar el sol con la mano, de algún modo siempre está latiendo dentro esa respuesta, y la velocidad vertiginosa a la que somos invitados a vivir en estos días terrenales hace que muchas veces no aparezca tan fácil ni distinguible. Creo que eso puede ser sorteado con ayuda de pares que están en la misma.

Porque debe ser que el ritmo le gana a la esencia, y muchos prefieren vivir tapándose el deseo para cumplir con quién sabe qué mandato, y aún así todos tenemos latente ese objetivo de descubrir cuál es nuestro deber ser más profundo. La misión. Qué fuimos traídos a resolver y allanar en este maranfio de inconsciente colectivo que está ahí flotante, que se presenta siempre y en toda situación y no habla, tan sólo está, y que juntos debe ser que estamos encomendados a develar, y ver cómo se puede interactuar con otros seres sin hacer daño, o el menor posible, porque al fin de cuentas todos queremos vivir o alcanzar un estado de bienestar en este mundo, lo veamos o no, lo busquemos conscientemente o no, lo sepamos o lo ocultemos detrás de tantas cosas que se hacen con tal de no escucharnos. Debe ser que es una tarea dificultosa, y muchas veces no hay energías disponibles para arremeter en ese descubrimiento.

Deberá ser, y sino no será nada, dice alguien por ahí, y todos sabemos, o intuimos, que la nada misma también debe ser algo. “Y vos, ¿qué querés ser?”, es una pregunta muy escuchada a chicos, sólo que apunta frecuentemente a definir profesiones, o posiciones en muchos casos, y la exploración en este caso sugiere un qué querés ser vinculado a un hacer, qué vinimos a ser/hacer acá…

Debe ser que el dolor emparenta, y que nadie se salva solo. Debe ser que cada uno tiene que tomarse de una balsa de creencias para emprender el recorrido y que dogmatizar la cuestión fue la elegida por mucho tiempo y costará otro tanto salirse de ese paradigma.

Debe ser que hay tanto por decir al respecto, de la misión por la que venimos al mundo, que una posibilidad más certera es invitarnos a corazón abierto a navegarlo en grupo.

Debe ser por su historia. Debe ser por su don. Debe ser que va por ahí. No debe ser más que eso.

+ info Taller de dramatización y concreción de sueños

viernes, 6 de septiembre de 2013

Exorcizar el maleficio

Soñé cosas que tienen que ver con mis demonios internos.
Un campamento donde puedo arruinar todo con mi proceder. Un símil tío que acusa de aquello que no me pertenece, y dale que va.
El punto es descubrir la propia limitación, hacerle un ritual celebratorio sin temor y seguir adelante.
Los fantasmas se disipan con la acción. Están para entretener y no hacen daño.
Porque en verdad, no existen. No existís.

lunes, 2 de septiembre de 2013

El acto reflejo

El acto reflejo es lo que se hace sin pensar, sino como acción instintiva hacia determinado estímulo. Es lo más natural que radica en quien ejecuta como consecuencia de algo que pasó súbitamente, sin premeditación, y la espontaneidad brota sin cuestionamiento posible sino como una acción de supervivencia.

Como salió , reflejo producido por el instante mismo en que brotó la necesidad de actuar.
Fue, salto al vacío mismo de no querer controlar, sino de fluir en la inmediatez del devenir. Acto reflejo que espeja la resultante del envión.
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