Mi problema es ser feliz.
Tengo una necesidad extrema de resolver situaciones problemáticas. Mi esquema central de trabajo es obstáculo-solución. Por ese mismo mecanismo aceitado puedo aseverar que soy feliz. Haciendo lo que me plazca cuando se me cante. Ser Feliz no es ni más ni menos que eso, por más vuelta que se le quiera encontrar.
La primera instancia a abordar, para alguien que quiera saber si es feliz, es tomar noción de todas las cosas que hace de y en su vida, y si en su totalidad le generan satisfacción. Quien sí, ya pasó a otra etapa. Sabrá de qué estoy hablando. Quien no, argumentará que no se es feliz eternamente, sino que se da por momentos. Es posible, ¿y si esos momentos son parte de todo nuestro día? ¿Se puede lograr?
Sé que de movida puede sonar chocante, y hasta pedante en algunas almas sensibles, pero se trata del PRINCIPIO de BÚSQUEDA de SATISFACCIÓN personal el que determina cuan feliz o no nos sintamos en este mundo. Después se podrá meditar la capacidad de querer de cada cual, las fuerzas para desarrollar y afirmar esa concreción. Ese es otro tema, pero la SATISFACCIÓN que se persiga en los temas que encaramos es crucial para entender si somos capaces de ser felices.
Ahora bien, un Ser Feliz puede vivirlo y serlo de distintas formas. Y en mi caso me toca ser el cuestionador de la felicidad. Aquel que, por cómo vino preseteado, siempre está buscando la pregunta y la respuesta a las situaciones que se presentan.
Según el estado de ánimo sabrán ser positivas o negativas, a todos nos pasa, y rara vez no encontraré algo para mejorar y corregir.
Siempre dependiendo quién lo mire, puede ser visto como una virtud o cualidad, o un defecto de fábrica.
Esta misma capacidad puede traer grandes complicaciones. Vivir en el cuestionamiento constante a nadie le cabe, y si no se sabe poner un límite termina siendo un plomo hasta para uno mismo.
Pero es más lo que aporta que lo que quita. Es una herramienta de autoconocimiento maravillosa. Nos permite adentrarnos en preguntas y planteos personales que nos hacen sacar a la luz todo lo posible. El potencial ahí es lo que cuenta.
Es decir, es feliz quien quiere, pero para cuestionar esa felicidad hay que tener una inconsciencia importante, y aceptar que las cosas son como vinieron dadas.
Afirmación y quehaceres instantáneos
Para individualizarse como un ser afirmativo hay que poner un punto de partida, un comienzo de afirmación sobre determinado tema. Inyectarle ese entusiasmo revitalizador que nos hace llevar adelante un cometido.
Afirmarnos sobre la tierra, pisar fuerte, echar raíces. Desde ahí, una vez alcanzado el objetivo de autoproclamación, enfrentamos la batalla de elegir QUÉ HACER.
Qué hago de mi día es una pregunta que no me puedo parar de hacer. La situación conflictiva por naturaleza humana de tener que elegir qué se hará de nuestras 24 horas venideras. O, sin ir tan lejos, en los minutos siguientes.
El quehacer doméstico es uno de los tantos quehaceres posibles en el día a día. Hay otro tipo de qué haceres y la elección es la que determina a la persona…
Los hay quienes eligen dedicar parte de su tiempo diario a tareas que no les gusta. Esos serán más difíciles de convencer de esto de la felicidad posible.
Esos son más bien los forros pinchados que abundan y que no sé qué deseo los mueve. Hablan de la felicidad como una utopía milagrosa. Allá ellos. Bien allá, cada cual es feliz a su manera…
El quehacer es un amplio abanico de colores que se nos ofrecen cada día que arranca. Y uno va seleccionando de acuerdo a sus deseos, sus ganas y energías del momento.
Vivir del momento
Vivir del momento es otra de las claves de un Ser Feliz. Sentir en un grado de espontaneidad y frescura que lo haga permeable a todo estímulo. Nunca dejando de lado el padecimiento de esta cualidad, que parecería ser apreciada por todos pero trae aparejada sus problemáticas, cuándo no.
Ser permeable a todo estímulo claramente no gratifica en sus buenas oportunidades. Hay que entrenar el ojo, y el resto de los sentidos, para percibir los agentes externos, esos “malos estímulos” con que nos encontramos en la asiduidad de nuestros tiempos veloces. Particularmente para los que vivimos en ciudad. Desde un colectivo repleto de gente hasta un encuentro que nos interese pueden presentar estímulos que influirán en nuestro ánimo y pensamiento. Nuestro cerebro está continuamente recibiendo la estimulación de algún hecho.
Estará en la capacidad de asimilación de uno, tomar esa realidad para transformarla en un objeto de valor simbólico representativo o si dejarlo ir. Los que mejor perderlos que encontrarlos.
Por momentos, si estamos con las defensas bajas, podemos confundir nuestra escala de valores, y dar paso a siniestros personajes o pensamientos que sólo nos desviarán en el camino que andemos buscando. Nadie es perfecto, claro está, y la senda nunca nos dijeron que sería recta.
Ahí depende de la intuición, ese instinto que nos hace dejar un hábito para pasar a otro. Donde confluye la real inteligencia humana, en la INSTANCIA RESOLUTIVA, la real.