domingo, 4 de septiembre de 2011

5 sentidos se quedan cortos

La envidia del pene. No lo voy a venir a descubrir pero el inconsciente femenino guarda una pasión animal por esa carne de sobra que cuelga entre las piernas del hombre.
Ese sobrante que crece ante la excitación pasajera del animal que brota de las venas es tenido en cuenta como un totem generacional, fuente del producto que desemboca en la fertilidad que toda mujer, lo acepte o no, quiere absorber, producir, generar. El fruto de su cuerpo.

La semilla de ese incesante chispeo nace del interés de la hembra que cela en obtener la recompensa de sacar de ese, en principio, flácido espécimen, un grado mayor de importancia, dedicación y perseverancia para producir el ansiado esperma que dé en su punto para generar la creación.

Todo lo demás es impuesto e impostado. Hacerse el boludo suele ser una decisión. Si no vas decidido la institución te asusta y apabulla, porque no hay discernimiento entre tu cuerpo y la intención. Para no verse fagocitado por el organismo es preferente atraer las voluntades y captar intencionalidad.

Ahora cambió la escena. Es lo que te quieras imaginar que es. Vos lo construís. Es tu fantasía.
Veo a otro lado. Me disperso para escapar e irme más allá de las circunstancias, que ameritan y llevan a galopar. No.
Quiero ser más preciso. Basta de alegorías. De dar vueltas a la tangente. Es tan gente…

Me puse Miles Davis para tranquilizarme. Me gusta todo lo que veo. Soy un aventurero, por lo que a la vida no pueden faltarle cosas. Al contrario, le sobran. Para percibir, 5 sentidos se quedan cortos.
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