viernes, 25 de marzo de 2011

Mi Divina Comedia

Se vuelve a lo básico para entender lo complejo. Para salir del encierro de creer las situaciones más complicadas de lo que son se requiere la simplicidad del que puede ver vida en cada acto por más ínfimo que parezca.

Cada uno vive su vida, su drama, con las herramientas que sabe y se permite aprender a diario. Comedia o tragedia personal que lo lleva a la conquista del eterno pensamiento que despliega el campo de la acción.
“No hagas de cada hecho una tragedia”, aconseja un cercano. Ser cercano es el que se permite bajar las expectativas y dar paso al diálogo fluido que posibilite desplegar el escenario del drama interno para descubrir un nuevo evento.


La voluntad de poder es siempre querer.
Querer decir. Querer hacer. Simplemente querer. Expresar lo que nos ocurre, nos pasa, se nos hace carne para que de esa expresión salgan los sentimientos y las consecuencias de los actos.
Sólo el tiempo establece en su lugar a la distancia entre la idealización de la mente y la efectivización del hecho consumado.

Tu bastón es tu recurso, pero también deterioro. Cuando lo sueltes notarás de qué te hablo.
Muchas veces, la manera de superar un problema no es empecinándose en él, sino dejando que se airee, restándole su relevancia, faltándole el respeto al inconveniente, aceptando lo real, sin problema alguno.
Talón de aquellos que se planta en las bases y echa raíces.

lunes, 21 de marzo de 2011

Un atrevimiento, viajante soñador

Me gustaría vivir y trabajar un tiempo en México. También en India y Grecia, pero vamos por partes.

Tengo condiciones para informar, producir, interés en aprender español neutro, emplearlo, admiro la naturaleza y viajar en condiciones básicas para expandir la conciencia.


Quisiera transmitir la vivencia cultural del lugar que habite, ser el antropólogo del registro interno, y recibir el empujón de una responsabilidad asumida de hacerlo sé que aportaría a mi propósito.
Trabajé dos años en una productora de documentales, presencié el proceso de realización, archivo, entrevistas; desde hace ocho que transito los mares de las actividades de autoconocimiento, desde kundalini yoga, estudio de la disciplina shiatsu, pasando por temazcales, danzas extáticas, regresiones, y charlas existenciales con filósofos. Hace dos me formo en psicodrama grupal y me gusta generar diálogo fructífero, absorber culturas, experimentar, vivir la aventura de conocer lo nuevo.


El turismo, el periodismo y la Internet son parte de mis intereses.
A quienes puedan suministrar relaciones, financiación y aportes, les estaré eternamente agradecido. Sé retribuir, y trabajar en consecuencia para verme recompensado.
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Voz / opinión / creatividad / ganas / experiencia / espíritu aventurero
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Escribo, relato, vivo, para transmitir lo que mis sentidos captan.
El teatro es la mueca, la psiquis la cárcel, y la conciencia la libertad posible.

Escribeme a maxigalin@poderama.com.ar

lunes, 14 de marzo de 2011

Inocencia que valga

Ser inocente no es ser ingenuo. El ingenuo termina pecando –feo término si los hay- por manejar un grado de culpa, o responsabilidad sobre esa incapacidad de comprensión de lo que pasa.

El inocente -al menos en mi concepción- se anima a retirar todo lo asimilado, lo aprendido, se cierra al vacío para dar paso a un renovado aire de conocimiento, dispuesto, abierto de par en par a lo que surja.

El inocente corre el riesgo de exposición, de mostrar las cartas, de que se sepa lo que le está pasando en su mundo interno y se muestra dispuesto a captar lo nuevo que la situación tiene para mostrarle. El inocente, sin inconsciencia alguna, no se cree más por saber tal o cual cosa sino que prefiere dejar al descubierto su ignorancia o mero desconocimiento y que el otro le aporte su parte. Invita más a que salga de la persona con la que interactúa su lado más seguro, porque sabrá buscar qué tiene el otro para aportar, qué le da ganas de transmitir.

Hay gente que se aprovecha del inocente por creerla una posición débil pero nada más lejano de donde se para el inocente, que se permite descubrir lo extraíble del juego continuo de interacción mutua.

Ser inocente –y no ingenuo- es animársele al niño que llevamos dentro sin que importe el juicio externo en lo más mínimo, sino dando rienda suelta al abanico de oportunidades que se despliegan al ver, al divisar escenas y realidades dispuestas a ser resueltas con ese ojo inocentón, de primera vez.


Comportarse inocentemente es hacer eje en todo lo que tiene para aportarnos lo que nos toca estar viviendo y dejar margen para la improvisación.
El conservador, el que pretende mantener todo como está, es el opuesto al del inocente comportamiento que deja un margen abierto para la puerta de su percepción.

Siempre dispuesto a cambiar de frente cuando sea necesario, el inocente conduce su campo exploratorio por los límites posibles y los expande más, prueba, juega, se inmiscuye en la creación.

Puede crear sólo aquel que se libera, del miedo al vacío, del paso en falso, del qué dirán constante, de aquel que no se animó a preguntarse y antes que eso pone el semblante del que cree que por criticar a otro logrará algo, y antepone una distancia entre su decir y hacer.

El inocente se deja ver.
El inocente hace malabares con los planos y roles de la circunstancia, sin importar la relevancia, es permisivo y afloja en su obsesión.

viernes, 4 de marzo de 2011

Valoración

Sentirse valorado, valorar, brindar la reciprocidad energética suficiente como para haber captado el mayor valor de la situación.
Es valorado aquel que no se preocupa por su capacidad de transmitir amor, el que se desentiende de los efectos y sin darse cuenta es él sin reparar en la conveniencia o el agrado que provoca en el resto.
Tiene valor todo aquello que nos brinda un aporte sustancial en el escenario de la acción y nos hace inmiscuirnos en una realidad gustosa sin notar tanto que es por eso sino asignándoselo a todo lo que allí la circunda.

Valoramos aquello que escasea, lo que por alguna razón se vuelve excéntrico, único, distinto. Estamos constantemente emitiendo juicios de valor, que en el caso excepcional de que no sea un juzgamiento podrá ser considerada una valoración fidedigna de la escena.
Valora el que abandona el juicio, pierde la razón, deja que ocurra esa serie de sucesiones que nos hacen considerar algo o alguien con valor en nuestras escala de consideración.

Considero que la desdicha de creerse alguien con poco valor acompaña a muchas personas, y que para abandonar ese pensamiento obstructivo es conveniente hacerse valer por lo que de las entraña nos nace hacer, sin reparos y entusiastamente, como sale hacer algo que vale la pena. La pena o el esfuerzo de hacerlo. Provocarlo. Generarlo. Llevarlo a cabo.

Actuar en la obra de la propia vida, ser promotor del propio estímulo que nos saque a relucir el caudal de eventos que generan el hilo conductor.
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