viernes, 14 de enero de 2011

Como voy, vengo

Más postergás algo, más bola de nieve se hace.

Me entrego. Siempre elijo ponerme en esa posición incómoda por definición, entregado al devenir, que se encarga de hacer patente e irresoluble , si alcanza con dejar que pase, y que todo lo demás decante.

No es traficante ni militante el que quiera o tenga que consumar su parte.
¿Por qué será que en representatividad gana fuerza el gobernante?
Si más que consolidar uno siempre busca afianzarse, entre el espectro y el exento, va a la deriva el cimiento, que despierte voces al alba, y que no corte con ninguna situación. Entrega.

Inmediata. Innata. Entrenada, intrigada.
Lee mi mente.

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Nos vemos tras la ruta de descanso norteña.

lunes, 10 de enero de 2011

Inseguridad, desmadre con pedido de padre

Veo un rato tele y pareciera ser que el mundo es sólo violencia. No hay otra noticia, está todo desmadrado.
La seguridad requerida a otros, el pedido de que alguien te la brinde es parte del efecto que genera ver tanta violencia en los medios.
La seguridad es algo que se conquista, que se adquiere al consagrar un espacio de consumación personal.

Depositar la potestad de sentirse seguro en alguien que la administre no sólo es una equivocación sino que puede ser el causante de peores males. Porque nadie puede decidir sobre la seguridad de cada uno sin cometer el error de creerse superior y tomar en consecuencia una mala decisión.


Lo que hay que hacer es atacar los motivos que generan el desmadre violento, preguntarse por qué alguien sale a robar o cometer cualquier acto vandálico, y no cuidar o preocuparse por las posesiones propias.
Eso es equivocar el foco. No hay que atacar los efectos, sino pensar las causas que lo motivan.

Así, cada cual podrá arremeter en pos de su propia seguridad sin intermediarios.
El que vele por la seguridad de todos no existe, es pretenciosa y desmedida esa demanda. Y quien lo pide es porque siente que tiene algo que perder.


Quien comprende que seguro es quien consigue esa sensación en su vida diaria, sabrá perder cuando le toque y no por eso entrar en caos.
El afuera puede estar desmadrado, pero no es papá Seguridad que vendrá a socorrerlos.
Los cambios empiezan por casa, y buscando las razones que ocasionan los efectos es que podrá arreglarse algo de todo esto.

miércoles, 5 de enero de 2011

Adaptabilidad

Tener la capacidad de adaptarse a los esquemas renovados que se nos presentan es lo que diviso como la búsqueda de estos tiempos.
Permitirse distinguir nuevos espacios de realización, de consumación de los deseos personales, de sentirse gozoso y en un lugar que fomente nuestro placer por ser como somos es la constante intención de los seres que habitan su cuerpo con las ganas a flor de piel de sentirse felices.


Adaptable, fuera del esquema de rigidez tosca, tozuda, dura, plantada en cemento en lugar de tierra removible e intercambiable.
Comportarse de forma flexible, transformable, dúctil, comprensiva, permite ver qué conviene del sinfín de ocurrencias que surgen al abrir continuamente el flujo de oportunidades de expansión.

Adaptarse es entender que no hay una Verdad superlativa, sino la propia que se adecua a la conveniencia y posibilidad de seguir ampliando para no agotar el ciclo de crecimiento.
Me adapto, y no bato otra que la que lato en confluencia de saber ver lo que cambia y le doy cabida.

Adaptarse es vida. Y sin que se aflija es posible que tome posición entre la ocasión y la congoja de saber que no afloja, es sólo dejarse ser con el acontecimiento que exalta al individuo por sobre el dominio de saber por dónde irá.

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