Vale más la realización propia que cualquier otro pensamiento, porque desde esa base la interacción posterior está dada desde la alegría misma de vivir y se da a conocer lo mejor de cada uno. No más paranoias inventadas. Sólo llevan a la inacción por temor o resguardo.
Tirarse abajo y hacerse el deprimido es tanto más fácil que afirmarse en los propios actos…
Ser víctima nos garantiza que alguien tendrá que acudir a socorrernos.
Darse espacio para reposar, sin retroceder, en lo alcanzado, nos permite recobrar fuerzas para luego, repuestos y habiendo apreciado el panorama desde esa nueva perspectiva, poder arremeter con las renovadas metas propuestas.
¡Ni un paso atrás! No más deudas o creencias falsas, hay que buscar los objetivos fijados, y conseguirlos, sin por eso estar fallando a ningún mandato mal dado. Todos celebrarán el logro personal, porque si algo prevalece en el entorno alcanzado es el amor. Por momentos, insano, pero ya con conocimiento de causa de cómo salirse y hacerlo resonar en forma amena y gustosa.
A por ello.