Acá les comparto algunos escritos, y si se animan prueben hacerlo. Lo dificil era escribir y después tener que acortar -distancias o palabras, lo mismo da- hasta que cierre. Duele editarse, pero al final se siente bien. El primer texto me salió anoche, al paso, y me acordé de este entrenamiento que me imponía, al ver que mis comentarios en otros blogs son muy largos. Veré de retomar el hábito, para pulir cuestiones.

¡Vivo! Que vivo, se avivó, que ve virtudes en las vivencias vividas. Vamos, claro, a viajar sin razón. Seamos capaces de vivir el momento, pidamos sin pausa. Total, nadie mira. O sí, qué importa. Con disfrutarlo y amar alcanza, el resto es pura ilusión.
¿Quién te lo prohibe?, siempre me gustó. ¿Quién da más que uno? y se anima sin medir. Las consecuencias, son sólo el ocaso, del control sin ser sentido, de sentir sin culpa ajena, entregarse a la deriva, de la herida, que ya cerró.
Vivo, y no lo pienso. Pienso y por momentos no es solamente vivir.
Por algo se llama carne viva, por algo hay sensaciones tan fuertes que no nos dejan ser.
Existo y pienso, expreso y siento, gano y pierdo. Permiso, disculpas, no hay de qué. ¿Qué? Se acabó.

Los momentos en que siento que desbordo de alegría, que exploto de contento, cada vez son más. Esto explicaría por qué son menos los momentos en que me siento mal. Pero eso no explica por qué los momentos en que me siento mal son tan intensos. Y la intensidad no determina el grado de tristeza que me provocan esos momentos en que estoy así. Así, solo, expuesto, desinflado, apagado. Como cuando me faltás. Como cuando no estamos. Por eso decía que los momentos en que estoy feliz son cada vez más. Porque cada vez te tengo más cerca mío.

