
La revolución, como pude escucharle decir a Jodorowsky en persona, no es más que una re-evolución. Es dar ese paso de crecimiento que se fue cociendo entre las brasas del fuego interior y que sale a la luz en el instante preciso en que se hace prioritario darle la atención que amerita y eso nos provoca una seguidilla de caída de fichas que nos hace considerar ese momento temporo-espacial como único e irrepetible. Se siente el alma vibrar.
Quienes sostienen o depositan la necesidad de revolución en la sociedad o en un cúmulo de personas tiendo a creer que es porque no se animan aún a descubrir su revolución personal, individual (y no es mala palabra bien comprendido el individualismo) y por eso depositan en el afuera aquello que no conquistaron internamente.
Se trata de una evolución notoria, que se revela al accionar que todos adoptamos como convencional y hasta repetimos que “eso somos”, hasta que divisamos que hay otra alternativa o forma de comportarse y desenvolverse. Sueltos, libres, revolucionarios.
Para ser un revolucionario del vivir hay que tener –en buen cristiano- muchos huevos u ovarios, según el caso, porque implica distinguir que todo logro es un trampolín al próximo hecho que nos revolucionará y hará ver lo que antes teníamos vedado a los ojos.


Definitivamente, no hay revolucionario que se precie de tal –al menos en estos tiempos planetarios- si contempla acabar con la vida de otros. De hecho, no es revolucionario nadie que deposite afuera algo que se empieza a sentir en las venas e incluso asombra a aquel que lo atraviesa en cuerpo y alma.
No es conciente, es el producto de la dedicación y la perseverancia, y llega en el instante menos esperado, porque terminó de asentar aquello que bullía y nos hacía ver que había mucho más por descubrir en esa línea de sentido.
De hecho, la Re-Evolución es dar en la tecla del sentido personal, es haber escarbado lo suficiente como para sumar experiencia y desde ahí sentir, respirar, parir, engendrar situaciones y hechos llenos de luz que nos hagan conectar con todo lo que alguna vez imaginamos y finalmente llegó.
La Revolución está en vos. Sos vos.