Muchas veces nuestros deseos van a contramano de lo que la gente toda cree es mejor para nosotros, y desde luego nos sale permitirnos aceptar que estamos equivocados. ¿Es acaso un dramón no tener pareja si lo que normalmente vemos es conflictos y más problemas ocasionados por la convivencia que otra cosa? Llegar al estado de sentirse cómodo y disfrutando con alguien ya tiene sus bemoles, porque implica encontrar el espacio y la circunstancia para tal fin.
Pero llegar al entendimiento que satisfaga los deseos de ambos y donde se pueda crecer y hacer progresar el vínculo es de una complejidad tal que no vale la pena engancharse con cualquiera para dejar a la abuela contenta.
El que tiene que estar contento es uno, con la persona con la que charla la mayoría de sus pensamientos o temas, con quien comparte un buen sentir.
En muchos momentos de nuestras vidas es más conveniente el oído que puede ofrecer un amigo que la pareja en sí. Todo aquel que preste su oreja a nuestros problemas o temas que estamos trabajando es una puerta más, una ventana más por la que hacer asomar cosas que creemos para ver cómo queda ese pensamiento después del tamiz de la persona que nos aconseja.
De cada uno nos llevamos un poco, un modo más que nada de pensar, de estructurar sus problemáticas y si nos gusta, generamos más buenos momentos que disgustantes con ese ser, estaremos en sintonía para vibrar con él.
¿Cuándo se da eso? ¿Haciendo qué se logra? Son preguntas irrespondibles, porque depende exclusivamente de esos dos cuerpos que decidan interactuar, hasta de los estados del momento mismo en que se cruzan, mucho azar como para ser respondido en palabras.
PAREJA
Aquella que se asemeja, sin dejar de ser compleja,
revuelta y alborotada, en el curso de la vida,
que se comparte y es un arte,
el de dejar ser la conciencia,
de que nos aporta más de lo que nos acongoja,
y no es poca, sostiene, suficiente, lo que quiere.
Qué quiere! Con paciencia y sin pretensión.-