El deseo de control atenta contra la felicidad posible. El querer saber qué pasó o pasará, o querer tener bajo cierto dominio los aspectos que rodean un tema, genera un bloqueo tal que nos imposibilita experimentar gratas sensaciones más a menudo.
Es, indefectiblemente,

La paranoia no es más que un ingrato recuerdo que se hace presente para potenciar nuestros encontronazos internos. La disonancia de pareceres propia de todo neurótico llevadas a un extremo que nos hace destilar rechazo hacia lo que se nos regala.