La relatividad del criterio con que se puede mirar un hecho no deja de anonadarme.
El deseo de control atenta contra la felicidad posible. El querer saber qué pasó o pasará, o querer tener bajo cierto dominio los aspectos que rodean un tema, genera un bloqueo tal que nos imposibilita experimentar gratas sensaciones más a menudo.
Es, indefectiblemente, el deseo de superación el que nos lleva a desear continuamente más, creerlo posible. Sin ansias ni exceso de autocrítica se podrá ir conquistando terreno y que esos sentires nos vayan invadiendo con mayor asiduidad, como quien no quiere la cosa se presentan situaciones de goce pleno.
La paranoia no es más que un ingrato recuerdo que se hace presente para potenciar nuestros encontronazos internos. La disonancia de pareceres propia de todo neurótico llevadas a un extremo que nos hace destilar rechazo hacia lo que se nos regala.