“Algunos no pueden romper sus propias cadenas, sin embargo, pueden redimir a sus amigos”. Nietzsche.
Se puede llevar a alguien más allá de lo que uno ha llegado. Esas experiencias hasta nos permitirán ir más allá a nosotros sobre nuestros propios problemas neuróticos. Estuve releyendo el Don de la terapia, de Irvin Yalom. Y quiero ya enfocar la semana. Pensar en resolver los temas centrales y vitales primero, para luego dar paso a la tranquilidad de lo superfluo y revitalizante del ocio.
Pienso no claudicar. Para demostrarme una vez más las energías despiertas que tengo y el potencial que desaprovecho al adormecerme en el colchón de la comodidad del sueño despierto, fantaseoso y falto de contenido. Real y tangible, dimensionable sólo por el resultado visible a través del filtro de mis ojos de mundo, y deseo permanente.
No más estados ambiguos, que no permiten decidir. El miedo a lo incierto es legítimo, pero no puede inhibir, la acción de lo presente, el que siente y no miente, el creciente y floreciente, el camino del amor.
AMOR: dícese del manantial de sentimientos que fluyen del personaje interno que fue entrenado y disciplinado con el correr del tiempo y que liberamos ante seres afines y en sintonía.
Cada día que pasa me convenzo más que la vida está regalada antes los ojos de todos y cada uno sabe ver lo que su FILTRO lo deja, y las observaciones son las que transmitirán nuestro mundo al resto de la forma más cercana.
La vida parece demasiado para permitirnos verla directamente a los ojos. La culpa y la vergüenza juegan un papel infaltable, sumado a los prejuicios que no nos dejan disfrutar del todo el motivo por el que estamos acá. Que es precisamente ninguno, o todos, y que cada segundo vale por el acto de conciencia que podamos tener de lo que estamos vivenciando.
Sólo -y solo- hay que dejarse llevar, fluir en la propia inconciencia, e inocencia, y permitir que la realidad externa penetre en nuestro interior y resuene al ritmo de nuestras capacidades y limitaciones, en la caja torácica del ser espiritual que llevamos dentro. Con eso alcanza.
"Tienes que ser más líquido, más capaz de disolverte y fundirte. No tienes que ser un espectador. No hay nada que resolver. No tomes la vida como un problema, es un misterio tremendamente hermoso. ¿Bébela, es puro vino! ¡Embriágate con ella!", Osho.