Me levanto, o me levantó. Llueve, mucho. Ayer tuve encuentro con gente, a cenar. Y me invade una sensación que me veo en la necesidad de sacar para ver qué deviene.
Diálogo interno al volver en colectivo a casa:
- ¿Pero te gusta la piba?
- Y… por lo pronto la veo y no encuentro nada para desistir de mi búsqueda de seguir conociéndola. ¡Emana luz, loco!
- Pero tiene chico, lo volvió a decir…
- ¿Y? ¿Acaso no estás acostumbrado ya a saber convivir con la incertidumbre? El punto sería si eso es un limitante para ella, pero lo que respecta a vos, en tu afán de “vive y deja vivir” no significa nada eso. Todas tus historias empezaron de maneras raras, no sería la excepción, y si sos tan librealbedriista, si buscás seguir afianzando la idea de que las cosas se dan, no se fuerzan, y que lo que el otro haga fuera del momento en que se está compartiendo juntos es su propia voluntad, y nada tenemos que hacer por controlar o algo similar, no es drama alguno eso.
- OK, está bien, tosudo, pero la interacción es de dos, y si ella te pone una barrera sabés que sería un sin sentido insistir en querer ir a tomar o hacer algo, porque después terminás sufriendo la imposibilidad de llevar a los hechos lo que se te hace carne… Pensálo, por tu salud mental también, quizás no sea conveniente.
- ¿Me hablás de conveniencias? Dejame de joder, eso no aplica en estos casos. No tengo la fórmula pero no quiero guiarme por eso. Entiendo que si es un condicionante para que puedas actuar como quisieras, sí, ahí conviene dejar pasar el turno, pero no es algo que puedas decidir solo. Apenas si tenés que expresar tu deseo y ver qué resuena del otro lado. Abandoná la creencia de que todo lo lleva adelante el hombre. También hay que saber escuchar, sin hacer oídos sordos a lo que no nos gusta.
- Te entiendo… Mirá, se me ocurre una idea para que no te quedes con el pensamiento flotando y sin respuestas. ¿Y si le compartís abiertamente lo que te pasa? Eso no implica ni que le estás haciendo una declaración de amor, porque ya sabés que eso se construye a medida que se van conociendo, si eso pasa; ni te quedás con todo esto guardado, si a la larga lo que querés es que ella se entere lo que te pasa y ver qué le va ocurriendo a ella. Sería una solución alternativa, sé que poco convencional, pero hace cuánto ya que te dedicás a las rarezas en tu vida, una más no estaría mal. Es más, hasta podés tomártelo con gracia…
- ¿Decís? Mirá, ahora descansemos, mañana si todavía me anda rondando su cara, su figura, su expresión y soltura de pelo y cuerpo por la cabeza al levantarme es un claro indicio de que tengo que ir por algún lado. ¡Ay, sí! ¡Me encantaría conocer a esa chica un poco más! Está clarísimo, no te engañes. Porque la realidad también es que la venís conociendo hace un tiempo. Venís indagando en su persona, de otro modo, pero ya sabés un poco quién es, podés ver en su desparpajo y piernas danzantes algo…
- Pero pará, no te embales de más, esto también es porque la creés inaccesible y a vos los desafíos te encantan. Tampoco vuelvas a tu lado maníaco sólo para ver qué conseguís. Lo ideal sería que puedas ir poco a poco, el único modo que constataste que un vínculo puede crecer, e ir viendo qué te produce.
- Sí, loco, lo sé, pero en este caso es meter el zarpazo o perdérselo. Lamentablemente es así, porque los tiempos de cada cual nadie los gobierna, y ella está con alguien. Puta madre, haber actuado antes… pero yo me mantuve fiel a mis ideas asentadas ya, no quería proceder o invitarla a hacer algo hasta no sentir en cuerpo esa necesidad. Y ahora se me hizo presente, ¿qué querés?
- Quiero que hagas lo que tengas que hacer, que no te guardes nada, y ahí no habrá arrepentimientos que valgan. ¿Me escuchaste? El proceder y momento del otro uno no lo sabe, en qué anda o quisiera estar. Aún ni siquiera sabés si le atraés aunque sea un poquito como para dar un puntapié inicial y ya te estás comiendo el coco así, haceme el favor. ¿Por qué no lo compartís y dejás las cosas libradas a la voluntad de ella, lo que le pinte de lo que le decís?
- Sí, ¿no? Si al final el hombre propone y la mujer dispone. Que cierto es ese dicho… Bueno, mirá, escuchá, pienso hacer lo siguiente: mañana cuando me levante voy a desagotar, a drenar todo esto que ando flasheando. Explicar esto por teléfono es un delirio, y por la vía escrita siempre me salió más expresar sentimientos. Pienso compartírselo y dejar la posibilidad abierta de forma tal donde nada pueda ser tan categórico. Si ella no quiere ni abrir un centímetro de puerta para ir a jugar sabrá comunicármelo, son momentos de cada uno, lo tendrás que respetar y ya. Eso sí, con la aclaración de que si se le ocurre cortar –cosa que tampoco es mi obsesión, más bien por el otro-, que sepa que puede venir a tocar tu puerta. Nadie sabe si andará disponible, entornada, o ya con el cartelito de ocupado. Si a la larga es una puta sucesión de coincidencias sincronizadas poder empezar a tejer una historia con alguien, ¡mierda!
- Buen, cuestión que pensás decirle todo esto que andás croqueteando y ¿qué? Más allá de pensar que sos un delirante, ¿qué pensás que pasará?
- No tengo la respuesta a eso, querido. El otro significativo es el que lo puede responder. Yo apenas si dejaré abierta la posibilidad de hacer algo en estos días de verano, pero con la premisa de poder actuar de mi parte sin condicionamientos. De encuentros donde estoy atado de pies y manos ya me hastié, eso corresponde a tu época de adolescencia, ya fue. El resto es pura fantasía e imaginación. También con eso sabré cuan “open mind” es. Acusaste recibo de ductilidad en aquel juego de sacar de las cajas del otro, y adaptarse a este juego que le proponés, raro por sí sólo, sería una muestra más, o no, de eso que querés ver. Porque a la larga el otro nos espeja lo que queremos ver.
- ¡Sí! ¡Y que lindo lo que se ve! Dale, dejá la intelectualidad de lado, ya te conozco a vos, cuando no resulta como lo desearías empezás a construir con tu cabeza lo que la realidad te impide.
- Bueno, es una vía de subsistencia esa, no me critiques. Dale, que después te tengo que bancar adentro de mi cabeza, diciéndome estas cosas en momentos fugaces del día, te me aparecés para juzgarme. No me jodas, voy a proceder de la manera que creo conveniente y el otro sabrá ver o no las posibilidades de seguir adelante con esto. Depositar en el otro el mismísimo devenir de esta escena que aún no comenzó –¿o ya comenzó hace tiempo y no me di cuenta?- es la forma de soltar y dejar ser lo que tenga que, ya no quedan dudas de eso.
- Está bien, sonás convencido, y decidido, lo cual demuestra que claramente esa chica te interesa. No por nada anduviste de cierres estas últimas semanas, te fuiste preparando el terreno inconscientemente, y eso es muestra de que te mueve la loca. ¿Será esta loca? Hay tanta loca suelta, pero en este caso mis cañones apuntan a estos lares, así que a jugársela por lo que se intuye, porque es eso, mera intuición volcada a la sensación del instante en que ella se hace presente. En una clase, en un restaurante, es percibir que hay hilo para seguir desenredando por ahí…
- Bueno, dicho y hecho, las opciones son múltiples, y la elección es de cada uno. Ninguna está bien o mal, en ese tren querés vivir y relacionarte, así que a ser consecuente, expresar y ver qué vuelve. Paciencia te sobra por estos días, no querés nada ya, así que tendrás que ver qué te devuelve la mujer que pretendés. Pretendés que te diga algo. Y no es sí o no, aunque en esas dos palabritas se sintetice. Es si está dispuesta a seguir viendo cómo fluyen las energías de estos dos cuerpos, en su interacción de dos, eso sí, porque de grupo es como la conocés por ahora y el paso siguiente es constatar qué vibra en la sintonía de ustedes dos. Sin importarte la historia que cada uno trae a cuestas, mirando sólo adelante y ayudándola a decidir en todo caso, si se deja…
- Como siempre, mirás el vaso por la mitad como medio lleno, eso que decís sería el sí, y el no, ¿el no qué sería?
- El no sería aceptar que no es su momento. Hay matices, obvio. Un no rotundo sería que exprese que no le movés un pelo. Ahí, bajate del tren y seguí a pata. Pero cabería la posibilidad de un no al ahora, y eso es sumamente respetable. Es decir, no porque anda construyendo otro castillito, no es su momento, y bueno, el tiempo dirá. ¡Me muero por saberlo ya!
- Ja, pará loquito, pará la motito. Sabemos que no querés relacionarte desde tu lado maníaco, porque después deviene depresión así, así que deberías proponerle alguna actividad de encuentro donde ambos puedan descargar sus energías y fluir luego en la tranquilidad de que nada es juzgable, incluso si te acepta la simple –que siempre convertís en compleja- invitación de salir a verse las caras.
- Es que yo te pedaleo lo que sea necesario, pero sabiendo que hay chances de llegar a algún lado. Eso de girar en torno a un sinsentido, de comerse la propia cola, nunca fue lo mío. Es lo único que necesito saber, del resto puedo encargarme, ¿me entendés? Y si me deja indagar en ella, yo tengo la certeza de ser como soy, sé que no hay vuelta atrás, pero en este caso la decisión no está en mi, y eso me hace largar todo esto. Así que buen, como vos decís, sin manías ni obsesiones pienso transmitirlo y vemos cómo sigue la historia. ¿No hay más vueltas que esa?
- Dale, animate, es contarle un cuento después de todo, y escuchaste que le gustan, de tu mambo personal, de tus seguridades y de las otras, lo demás vas a ir viendo sobre la marcha qué ocurre.
- Ojala diga que sí, sin que eso implique nada aún, pero sí a seguir viéndose, sin ataduras.
- Prefiero que pienses que ojala se deje fluir como tenga que ser, incluso si te dice elegantemente que prefiere que no.
- Está bien, que pesimista vos… ¡yo prefiero que diga que sí!
- Elijo quedarme con que vos puedas sacar lo que sea necesario. Eso ya es hacer avanzar el vínculo, unilateralmente por ahora, hay que ver qué vuelve.
- Sí, sí… tenés razón.
Y ahí el 12 llegó a destino. La avenida Belgrano me cantaba que tenía que pararme porque en la siguiente me bajo. Caminar a casa sabiendo que en unos minutos se iba a empezar a largar a llover, pero llegué a refugio antes. Recién diluvió cuando estaba en el décimo sueño, y pensando cómo decirte todo esto.