Cada cual con sus aptitudes logra insertarle la ficha que le falta o necesita el otro. Como que se meten pequeños personajes que ayudan a fomentar el bien común entre la gente, roles ocasionales, y la capacidad de valoración y generación de buenas sensaciones se consuma.
Eso es ayudar, más que la viciosa tarea que se proponen algunos de brindar conocimientos que el otro niega. Eso es querer meterle a la fuerza algo al otro, mientras que la propuesta consiste en guiar desde la experiencia personal la multidimensionalidad del campo visual del otro.
Si no lo quiere ver, no lo verá por más que se lo dejemos patente. Si quiere acercarse a jugar el juego de la reinterpretación del mundo interno, posiblemente la persona sienta un acercamiento al parecer del otro y abrirá sus cartas para desarrollar la partida. Lo que no quiere decir que quien aconseja esté necesariamente en lo cierto (si esto existe), sino que ya nos aportará para seguir potenciando nuestro pensamiento desde un plano distinto al que lo venimos haciendo.
Ahí aporta la ayuda del otro. Aquel, el único con el que podemos interactuar y nos dará otro enfoque. Uno nuevo.
Y lo nuevo es de por sí bueno. Siempre que quien le de la lectura sepa ver la ventana que se airea al renovar el pensamiento unilateral en el que nos solemos plantar al enfrentar ciertas situaciones problemáticas.
El problema deja de ser tal si se le da paso a otra perspectiva del mismo hecho.
Hecha la salvedad de que sólo alguien que se quiere y cuida puede escuchar el parecer del otro sin necesariamente verse involucrado en la historia de forma tal que le impida ver la “realidad objetiva”.
Coincidiremos en que no existe tal verdad revelada, pero que se acerca a su objetividad lo que nos cuenta cualquiera, si no hacemos inmediatamente el truco de sentirnos identificados en lo que se nos dice. Ahí más que entender la situación, estamos reflejando estados personales en lo que nos está queriendo transmitir el otro.
Pero también de ese reflejo energético de las mentes y los cuerpos se construye una relación afectiva, por lo que debemos vincularnos con los que nos producen esa vibra espejo que nos alimenta de vigor vital.
Espero que se entienda al reflejo en el otro como un valor abstracto, más allá de los conceptos de bien o mal.
Uno se encariña con quien puede compartir espejamientos, pero también es aconsejado, y puede aconsejar, desde un plano más pleno, emergente de sabiduría, cuanto más pueda abstraerse de la situación, hacer zoom out, salirse de escena, y opinar desde el corazón, lo más instintivo posible como para no ser tan responsable por lo que se dice, y más “objetivo” de lo que se hace.
Caso en el que, al revés del pepino,
más que el árbol no le deja ver el bosque,
el bosque no le deja ver el árbol
más que el árbol no le deja ver el bosque,
el bosque no le deja ver el árbol