jueves, 10 de diciembre de 2009

Lo privado y lo público


Público es lo que damos a conocer sin pasarlo por el matiz de creer que tiene que ser guardado u ocultado por alguna razón. Hacemos público lo que nos define, lo que expresa nuestro mundo hacia el exterior, lo que ayuda a que se asiente algún pensamiento. ATP, apto todo público.

Privado, lo que nos reservamos para nosotros o un grupo selecto -de elegido- porque no creemos que merezca ser difundido, dicho, dado a conocer. O porque nos expone a un nivel, ante cierto ámbito, que no nos interesa.

Según cómo nos sintamos sabremos nivelar esa balanza, entre lo público y lo privado. También depende del grado de madurez alcanzado, dado que los extremos siempre son negativos.

Andar desparramando públicamente lo que nos ocurre es propio de un ser en etapa de formación -¿alguna vez dejamos de estarlo?- y también la cerradez, el abroquelamiento en la privacidad autodeclarada es otra forma de no animársele al mundo que nos pide exposición. ¿Cómo obtendremos lo que buscamos si no se lo contamos a la gente?



El progreso consta de equilibrar los polos que todos atravesamos al querer comprender una situación. Luego, la decisión debe basarse en el deseo motor, aquello que nos lleva hacia adelante, con un envión que nos hace olvidarnos de todo lo analizado y proceder. Ahí las barreras de lo público y lo privado se desvanecen, porque es una realidad inventada aquella, que apenas nos ayuda a categorizar.

A veces estaremos más dispuestos a sacar al afuera, otras más a guardarlo, quizás para ventilarlo después, tal vez nunca. A la larga sale, con otra forma, más masticado.
Bueno, suficiente, voy a apretar publicar. ¿Y si me lo quiero guardar sin publicar cómo se llamaría: privar?


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