sábado, 8 de agosto de 2009

Guerrero, en cualquiera de sus formas

Un luchador, una persona que se las rebusca para que las cosas se hagan como las cree convenientes. Un batallador del día a día, alguien que se enfrenta al presente con la misma esencia que los luchadores sociales de cualquier época. Pero luchadores en serio, los que salen favorecidos de cada contienda a la que se le animaron. Y favorecidos no es triunfadores necesariamente, es fortalecido, con experiencia adquirida.

A veces, soldado que se retira, sirve para otra batalla; otras, se cae en combate, y unas tantas se consigue lo deseado. Arremeter o esperar a la retaguardia, formas, maneras de hacer y ser.

Esta música de Alberto Kuselman, Guerrero de los Andes, me llegó de manos de un duende trabajador que conocí en Humahuaca, Jujuy.
Me estaba haciendo pis, y él se entretenía escuchando esto mientras hacía trabajo de herrería en un banco de la biblioteca/comedor/centro comunitario Tupaj Katari. Le pedí usar el baño. No tenía -regué la huerta- pero nos quedamos charlando un buen rato, mientras seguía con su actividad.

Un guerrero es un trabajador de la propia realidad. El que le hace frente a lo que haya delante, de la manera más pacífica y amorosa posible, y sin doblegar el deseo ni la intención.

Un guerrero entrenado sabe que no siempre la flecha da en el blanco, que hay que apuntar a otro lado porque en su recorrido de puntería hace un arco de trayectoria, y se desvía.

El desvío es un modo de llegar al mismo destino por la vía indirecta, sea un atajo o un hecho que se presenta para hacer aprender algo en el camino. Cada contienda se renueva.
Y vuelve a intentar.
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