La alimentación y el hábitat con y en que crece una persona los siento más determinantes que otros factores en el ritmo y estilo que lleva a lo largo de su días, y como consecuencia del NIVEL DE VIDA que puede encarar.
Lo que se mete en el cuerpo a través de la ingesta (líquida, sólida y hasta gaseosa -no coca-cola, sino el aire a través de la respiración), es lo que dará vida a las energías suficientes para llevar adelante acciones.
El espacio que nos rodea, los grupos de pertenencia y la interacción con las personas, es lo que determinará lo que nos ingrese a través de los pensamientos, nos brinda el en qué pensar.
Estar atento a estos cambios es central, creo yo, para sentirse cada vez más sano, y por ende feliz, en la vida.