miércoles, 3 de marzo de 2010

Sincronicidad mediante

Uno decide si ver en contra o a favor los hechos que se presentan. Sólo es cuestión de estar comunicado con la energía, el cosmos, Dios o el nombre que cada creencia le quiera poner. Aún así, sólo se trata de querer.
Entender que el juego está abierto. Que si se cierra es por nuestra visión corta, y que cuanto más se deje ser, mayor posibilidades de obtener lo deseado tendremos.

¿Ustedes creen que controlan algo? Háganme el favor de no ser tan ilusos. Uno podrá tener la mejor buena voluntad, pero algo superior guía nuestra existencia.
Lo habrán podido comprobar en los momentos de mayor alegría, suelen invadir cuanto más plenos nos sintamos.
A ver si me explico. Darse cuenta en el momento de que todo lo que nos sucede tiene una razón de ser, cada situación se presenta en el tiempo no buscado, sino el que quiso que fuera. Si logramos sentir nuestra existencia en esa alineación de planetas se consigue desprenderse de toda presión, de todo esfuerzo extra innecesario que nos obliga frecuentemente a desviarnos, a querer tomar atajos o caminos largos y tediosos.

Más bien dejar que suceda, y mientras, nosotros con la mayor buena intención le damos unos toquecitos para moldearla, pero la masa crece sola, va adquiriendo volumen a medida que la dejamos cocinándose al horno sin esperar nada a cambio. Simplemente se da, se hace presente sin que lo queramos. ¿Alguien te pregunto si el mundo tiene que ser como es? No, nadie nos consultó si queríamos todo como está dado, pero así es mi querido, sólo es cuestión de entenderlo, aceptarlo y relajarse.

No es tarea fácil. Entre este paso y la cornisa hay un solo paso, es tener que estar jugando al límite eternamente, sin importar las consecuencias. Y aceptar que por momentos derraparemos y estaremos bordeando la absurda paranoia, o más leve, la desconfianza, esa que más que alimentar destruye sinsentido, se encarga de borrar la sonrisa de cualquiera. Cuanto más pueda quedar de lado más nos animaremos a amar. A ser felices en esta intensa vida que para sentirla hay que saber darle su uso sin abuso, sin prisa pero sin pausa, y con espacios para aceptar las benditas sincronicidades, las que guían el camino aún sin que podamos verlo.

 
La imagen pertenece al blog de Sibila,
Mi mundo de plastilina, que sin explicación mediante,
me resonó con el escrito.
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