domingo, 28 de marzo de 2010

La relatividad al paso

La vida es larga, intensa, y desde ahí sentimos y vivimos. No se puede juzgar al instante según lo vivido. Hay mucho más por incorporar previamente antes de sacar las propias conclusiones. No me dejo llevar por el pensamiento instantáneo, propio del deseo inmediato, es una mera idea de lo que queremos. Hay que dejar asentar. Ver qué decanta.

Lo concreto es lo que sentimos en nuestro corazón, y eso son buenas vibraciones de las personas con las que logramos conectar.
El resto decanta, no más allá de la libre interpretación. Es lo que se alinea al cosmos, y uno está presente para leerlo y dejar ser. Nada va en desintonía así.
¿Va mal? Todo asienta.

Tremendo positivismo constatado el del ser humano que busca ser feliz con lo poco disponible aún. Lo no abundante le durará poco al que se comporte así.
Es lo que queramos que sea. ¿Y la realidad? Está, fehacientemente, en nuestra propia imaginación.

Y si lo que quieras creer es, ¿qué onda? No hay más que construcción posible, y constatable por nuestra cabeza, que fluctúa según el deseo.
Estamos aquí para transmitir paz y armonía, y me siento éter en este Universo líquido que se subleva y no para de mostrarme que somos lo que queremos creer y podemos imaginar.

Basta de pensar en absolutismos. Ya sabés que no existen. Suprimamos la idea de que algo pensado tiene que ocurrir. Es mera propagación de las energías evolutivas, y a ver qué resuena en este universo sideral de iluminaciones pasajeras.
¿Acaso hay alguien que crea tener la verdad que se le revele en sus manos y nos sepa decir por dónde se conduce la realización ideal?
Al ideal lo mato, y me hago eco de este momento, que me muestra sin dudarlo que las palabras se desvanecen, y no quiero ser más sumiso de otra idea que se presente, para hacerme voluntad de su ira e incompetencia. ¿Qué más da?

De que no soy más que un ego pululante, sólo que sin malas intenciones, y siempre intentando acompañar. Me hago fuerte en la victoria de saber que soy triunfante, por aceptar la discordancia tanto como el sin razón.
Amo ser yo, y yo soy nada, y es por eso que me entrego a este humilde corazón. Las palabras son el relleno, que nos deja maniatados, y ya sé que no soy eso, soy un cosmos que se hace dos. Un destello, bello, ello, lo sé, aunque cueste decirlo, y asimilarlo como cruda sensación.

Sos mía porque sos del viento. Soy tuyo porque no tengo razón. Busco ser feliz. Quise decir fácil, pero sé que soy dificultoso, tan sólo un peresoso puede entregarse a la inercia, confiar en su intuición. Ser muerto en la desgracia, ser vivo en su amor, y que el resto sea sin distancias. Soy tu ego, vivo en mi medio, doy con confianza y volverá lo que tenga que ser. Soy, y ya es suficiente. La que perciba me dejará ver si es mi Dios. Vos, yo, nosotros, qué importa si nos sentimos plenos. Quiero ser vida, y ahí no importa el día. Es creencia, de que las montañas son la guía, y no hay vida que se quiera proyectar más que la instancia presente de creerse dicha. Dicho y hecho, qué más da. Las estrellas son mi luz, yo irradio lo que dio, y no hay distancias que el tiempo no una, porque las vidas se hacen a partir de tu proyección.
Te proyecto, te pretendo, así alcanza y sobra porque mi dulce sensación no es más que lo que el otro brinda, y aquí estamos, para hacerla acción.
Te escucho, te siento, y si de propios se trata, vamos a ver qué depara. Ya mi mente es esqueleto, sólo creo en lo que depara.
Lo que venga es riqueza. Exquisito, sin pereza. Y esa sí que no acabó.
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