El gran océano es la fuente original que irradia posibilidades de creación al resto de los agentes acuosos.
La creación es grande y vasta y desde allí puede recrearse en diversas formas y tipos, según el deseo de entretenimiento que tenga el agua misma, que procede de un mismo origen y decanta y procede con ese fin.
Están las olas que no son más que saltos galopantes de ese curso de gotas que se subleva producto del viento y generan rompiente e incipiente deseo de ser barrenadas como mera creencia de dominio del mar. Expresiones humanas de un sinfín que lo deja creerse domador de un proceso infinito, en el cual actúa pero no domina, más la creencia es parte de su dulce ilusión.
Están las nubes que se condensan en el cielo. Superan el horizonte ecléctico y se separan del origen creador. Se creen por momentos independientes, generan su propia tempestad. Chocan, hacen ruido en el sistema recreacional, y sucumben ante la lluvia, voluntad de de reunirse y acompañar. Riegan vegetación, brindan cosecha floreciente, y siempre vuelven a su raíz cósmica, de ser uno con el mar, el océano, el agua y su Dios.
No es cuestión de creencias, es supervivencia, del hombre y lo que lo rodea hoy. El agua retoma su vertiente. Se simboliza en lagos, arroyos, imponentes ríos, pero siempre apunta a la misma creación.
También hay nieve en este idilio, nunca más lejano del profundo fragor. Adquiere formas, sólidas y construidas, destruidas por el que quiere vivir allí hoy.
El hielo condensa la solidez del ocaso. Un glaciar te deja sin habla hoy en día, no es más que un brazo del mismo proceso, que busca ser agua y unirse a su ser. Ser océano incipiente que invite al suceso, de verla volver a su vertiente e inunde tu ser.
El agua es lo que vale, o valdrá en este mundo posmoderno, en donde le damos categoría de acuerdo a la acción, y no existe más vida que un dulce sabor.
La salada abunda y no está procesada, por la Naturaleza que invita a extraerla sin voz. Las hay ya sequías, y ahí la abundancia, se confunde con templos de rara perdición.
El agua emprende su ciclo sin importar lo que hagamos. Acudirá en nuestra ayuda o nos pasará por encima. A nadie parece ocuparle su rima, si prima en creencias de que se puede comprar. La acción humana no influye, es un recurso que existe, su ciclo no para, y nos sabrá sepultar.
Sólido, líquido o gaseoso es lo que por ahora aprendimos. La química guía los pasos a dar. Ya vendrán tiempos de escasez y su búsqueda guiará la conciencia de un ser sin su banidad.
El agua es deseo que vierte en rompiente, el sur es la muestra de lo que abunda y se extenderá. Patagonia querida, ya estaré contigo en un futuro, es saber ver sin disimulo y aceptar lo que brindás.
Agua, creencia espejada
Parece excesivo creerte dispuesta, las nubes van de blancas a negras, y está por diluviar. No se rechaza, sos bienvenida, conciencia limpia ayudás a engendrar.
El agua da vida, alimenta poblaciones. Pelear por su estado, no es ya guerrear. Es entender de su humilde y concretas intenciones. Que vengan por ella los que tarde se animen a pelear. Agua divina, sos oro en la tierra, te bebo, te huelo, y te conmino a refrescar.
Lo que daña no abunda, y lo que abunda no daña, sin saña, tus mañas aprenderé a cursar.
Acequias, conductos, mi vida va hecha, se alimenta de tu esencia y sabrá disipar, las manos hostiles de los que creen ser dueños, menos lucha y veneno, más vida y a disfrutar.
El agua se funde con el verdadero consorte, cuando está baja la nube está por garuar. Si se eleva y se mueve es que sigue su curso, hago uso pero no abuso y la invito a se disipar.
Suena crujiente un árbol que te destila, y no pretendo rima, ya me superó. Oh, agua divina, sos vida en la Tierra, y mi pulso un latente vislumbre de vos.
El verde no es más que producto de tu lluvia, no hay forma que se regenere vida si no te caés, de las nubes y vas a parar a los ríos, que decantan en lagos que iluminan mi visual.
Qué importa la percepción si no das tu alegría. Vida viva, tu amor ¿qué más da?
Cielo azul que refleja esa misma historia, el agua es cristalina pero refleja lo que le dan. Si el cielo está gris, ella muestra su espejo. Se va despejando y te invita a volar.
Al ver el sol, es otra la historia, nos hace creernos superpoderosos y más.
Apenas un Dios que acrecienta la idea, pero el agua es la que nos alimenta y prevalecerá.
Te doy mi condena agua de ultratierra, en tus manos está mi manera de actuar.