Todo empieza con un buscador. Sin un indagador de rutas, caminos a seguir, no hay historia que atravesar, que contar, que vivir, que indagar.
La página de inicio es un buscador. Google pero antes era Yahoo, Altavista, el inspector Crusoe, o Adán y Eva. El que busca es el que obtiene recompensa, el que encuentra sin animarse a buscar apenas si se sorprende, en el mejor de los casos. Puede ser un osado en recibir el destino como un mensaje que le cae más allá de él, ajeno.
Pero el buscador es el que da rumbo, el que direcciona, el que apunta su dislate y lo hace plasmar su don, su esencia más allá de toda postura, íntima y reservada, para proyectarla contra una hoja, una pared, un espacio concreto, que deje muestra de su avance incesante.
El que busca, encuentra, reza el pueblo, y el que mira, deja de ver su derivada e integra las imprecisiones en forma de consulta e intriga. Sin reservas, por más vida, que es la que perdura, y san se acabó.