lunes, 6 de septiembre de 2010

Creencias, despedidas y atenciones

Vos no crees en mi y lo que puedo dar. ¿Por qué entonces tendría que creer yo? Porque soy más complaciente y pudiente, es un ensayo de respuesta, pero no se condice con lo que siento. ¿Vos te pensás que podés hacer lo que quieras y yo lo voy a asimilar poniendo la mejilla?

Tomo lo concreto, lo que veo y me resuena. Vos no te das por enterada hasta que no te tocan el culo, porque sólo te incumbe lo que afecta a tu persona y microvida. Te mandás tus mocos, y si no te tocan no te das por enterada del dolor ajeno.

Comprate una vida, me repito, te repito, y me hago eco de lo que me diste a entender. No creo ser merecedor de esa condición, soy un ser que expresa lo que puede y le da el fuste, y vos superaste mis posibilidades. Hago lo que me apetece, pero al conocerte te adivino la jugada con medio año de anticipación…
Suficiente. El colmo llega a rebalsar el vaso cuando ya estamos fuera de las expectativas y aún así das en el blanco de lo que me hiere y ¿se supone que no debo darme por enterado?
No soy de otro material más que de carne y hueso, lo que digo trata de condecirse con lo que hago, y eso alcanza para saber que cuando le bajan el pulgar a uno, hay que ser consecuente y actuar en espejo. Lo sienta así o no, no hay que regalar a los que no saben recibir dicho presente.
Pocas personas llegaron a conocerme tanto. ¿Acaso tu percepción falla a grado tal de no darse cuenta de cuales son mis posibilidades, limitaciones y condiciones sin equa non?
Lástima, te lo perdiste, me lo perdí yo también, pero sé hasta dónde dar y cuándo dedicarme a ver qué vuelve. No sos consecuente con tus dichos, ni con tus palabras fáciles y pueriles. Entusiasmás, generás bataola, para después lavarte las manos y creerte impune. No es de ahora, cada cual reitera y se repite en sus karmas hasta que logra comprenderlos e intenta trascenderlo, superar su instancia terrenal.


Vos parece ser que ni te planteás esas cuestiones. Como si la vida se regalase a tu único entendimiento, y tejés fantasías como creer fuerte y admirable a quien no lo es, todo para que se condiga con tus intenciones.
Eso no es ser, tampoco es ser persona, eso es adecuarse convenientemente a lo que se ofrece. Supero la instancia de quien no piensa en el otro más que lo que le es preferible. Esos sujetos no merecen ni siquiera mi atención.

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