lunes, 11 de enero de 2010

Dejate querer


Modos de acercamiento al género femenino en el ámbito ciudadano:
1) juego de opuestos. Permite la interacción inicial para ver si se pega onda, sería contradecirla toreadoramente, sin ir al choque necesariamente.
2) Buscar caer simpático para que le de cabida a lo que digamos, sino podrá ser lo más original del mundo lo dicho pero andará mirando para otro lado, y se lo pierde.
3) Ser directo y frontal, decir al instante lo que nos parece o pensamos, libera de toda especulación el comienzo mismo del díálogo.

ARTÍFICE de la propia HISTORIA


El hombre pone. La mujer dispone, y se indispone.
Tiene negación hasta para el acto de disponer. Tienen más libertad de decisión instantánea, mientras que el hombre debe arriesgar para ver qué hay del otro lado. Sino puede quedarse con la duda eterna.

¿Sabés cómo me puedo levantar y resurgir de las cenizas en sólo 15 días?

Es una eternidad dentro del espacio temporal que ocupamos.

Dejate querer.
La principal dificultad que encuentro al entablar vínculo con mujeres es esa barrera que a veces ponen que impide que sean bien tratadas, sobadas quizás, queridas bien. Y no hablo de simular nada ni hacerle creer algo que no es. Me refiero a que en toda relación entre dos personas que no se conocen hay que dar espacio al buen trato y actuar receptivamente, para ver qué sale.

Y, por ahí por la ciudad de encaradores a mansalva en la que vivimos, tal vez por la posición en la que decido avanzar la charla, no es con lo que más me encuentro. La mujer se asume encarada y adopta, o una postura de femme fatal que será impenetrable, u otras veces la actitud de histeria acrecentada con el correr de la conversación, o la de mujer superada que no se deja. Elecciones.
Siempre me inclinaré por jugar, con toreos o simples gracias, a ver si se deja querer un rato, no hay nada que perder en el fondo.


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