sábado, 24 de julio de 2010

Conjugaciones

La marcada línea de la individualidad que se mezcla indiscriminadamente con el devenir grupal.
Una clase sin escena que se funde con los temores y la contemplación del desarrollo mismo de lo que tenga que ser. Porque eso es lo maravilloso del psicodrama, siempre algo ES.

La desintegración integrada. El hacerle frente a lo que venga, porque estando siempre algo viene, o deviene.


Lo gaseoso, lo no dicho, se hace sólido, producto de la creación misma de la instancia que nos ayuda a salir del paso. Es sólo dar el paso, invitar a auxiliar y algo siempre se va a dar. ¿Dónde está el límite entre la formación y la terapia si todos venimos y vamos con la información a cuestas?
Mejor es creerse parte de una maquinaria, que cuanto más cura e instruye, por su propio funcionamiento, más nutre y enseña.

No está la palabra maestra, que intenta concluir algo que por definición es abierto, y se entrega a la deriva del cuerpo, que tira, y afloja al notar que el engranaje está intacto, tan sólo porque hay apertura, para resonar y auxiliar al yo. Que cuanto más ellos, nosotros, menos yo.

Lo rizomático, que hace abandonar lo somático, entre risas y lo poco automático.

Y así se puede seguir su curso, el curso, libre de culpa y suelto de cuerpo, porque retomar hace que se libere de ideas premeditadas y se pueda estar presente. Que a la larga es lo que se siente.

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