Cuando se quiere arrancar un proyecto, hacer nacer una idea que internamente sabemos nos motiva, sea de la índole que sea, confiar en la propia potencialidad es crucial para que el barco llegue a puerto.
Parece simple y concreto, pero ¿cuántos pueden afirmar que creen en sus conocimientos, inteligencia y capacidades para llevar adelante su propuesta con la inversión de energías que requerirá, las inevitables idas y vueltas, marchas y contramarchas, y que pase lo que pase alcanzarán el objetivo y las consecuentes recompensas que eso acarrea?
El temita de la “self confidence” se convierte en central. Es el paradigma a alcanzar por quienes quieren tener “éxito” en lo que se plantean.
Me animo a decir que no hay casos de quienes hayan llegado a su meta –insisto en que hablamos de cualquier tipo y factor- que no hayan partido de la plena seguridad de que ellos, aquello propuesto, podían conseguirlo cueste lo que cueste.
La adquisición de confianza en uno se logra de una sola manera: demostrándose previamente, con todas las pruebas y errores necesarios, que eso que nos fijamos como propósito está a nuestro alcance producto de la experiencia de vida que ya atravesamos y nos enriqueció, nos nutrió para dar el salto de calidad buscado.
Confiar en uno implica autoconocimiento, un nivel de persistencia en la temática considerable porque sólo así uno conoce el paño sobre el que se desarrollará la acción. Creérsela, en alguna medida, a nivel tal que estemos convencidos que lo propuesto o proyectado ya se encuentra al alcance de nuestras manos, ya es una fruta que la dejamos madurar lo suficiente como para extraerla y degustarla a voluntad.
Normalmente un proyecto requiere el involucramiento de terceros. Seremos capaces de guiarlos y convencerlos que es por allí el camino, y hasta dejarnos ayudar cuando divisemos que hay que pegar una vuelta de timón, un cambio de rumbo, sólo si estamos convencidos, seguros y con conocimiento de causa y de nosotros mismos.
Nadie más que el que la emprende puede determinar el destino de dicha meta. Con confianza sólida, la realidad es lo que nos propongamos. Creer, principalmente en nuestro potencial de creación es lo que nos permitirá generar esa realidad preconcebida en nuestra imaginación.