
La posibilidad de ir y venir es lo que le da la libertad de acción al hombre y le permite embarcarse en la idea de conquista. Sin malas acepciones, la voluntad de conquista, de poseer, es natural y propia de la especie que le gana a los valores que se intentan fijar más por machacar continuamente que porque la realidad nos lo muestra. Eso a la larga tiende a plasmarse y quedar claro. En la vida cotidiana triunfa, no la idea que más se imponga por la fuerza, sino la que por las claras es más funcional y favorece a más gente.
Un muerto parece ser la clave de reacción que le queda a este conjunto de personas que se agrupan en la idea Argentina, y parecen ir por un sistema que los haga vivir más satisfechos cada día. Un objetivo en común, ¿existirá? ¿Común a quién? ¿Con el interés puesto en qué? Eso define la ideología o ese vago espacio que hay entre lo que se dice y lo que se da a entender, lo que se hace de lo que “nos gustaría” hacer.
La frutilla es agua, queda bien con agua, con gotitas sobre el azúcar. La frutilla no es crema, no hay manera, es al agua. Como el limón, no se puede pedir limón a la crema, no es limón. Será lemon pie, pero no limón. El limón es agrio, ácido, como vino dado.


