¿Qué te paraliza? ¿Qué hace que desees algo fervientemente y no vayas por ello? ¿Hasta dónde creés que llega tu miedo físico de progresar? ¿Vale más lo que decís querrías o lo que efectivizás en hechos concretos? La distancia entre el potencial y la potencia plasmada en dicha. La posibilidad de elegir el camino, constante, o de abortar la experiencia por el temor madre de encarar lo desconocido, o de cobijarse en los brazos contenedores de lo ya transitado, el útero que amortigua.
Cada cual resuena, dobla, multiplica desde lo que se animó a descubrir. Lo inexplorado es imposible que nos refleje, porque no sabemos de qué habla. La ausencia también nos deja afuera del juego. Juego que hay que permitirse expedicionar, explorar, indagar. ¿Qué haría que te cierres? ¿Qué hace que faltes? ¿Hasta dónde me -o te- dejás que me/te metas en la burbuja de indagación? Un ponerse en juego constante, para que la historia personal y grupal tenga cuerpo.
Y ¿dónde está el límite entre lo propio y lo ajeno? Me pasa y te pasa, sólo que nunca sabremos el grado de refractancia. Son tus instancias, y con respeto y tolerancia habrá forma de descubrir qué pasa. La circunstancia marca lo que deviene. ¿Y si te remontás a tu infancia? Allí reside el núcleo de lo que deja constancia.
Y si no te la bancás, apenas si recibirás el mensaje, porque la resonancia no te será importante, áesbalará la necesidad de tu imperancia y esencia.
¿Me cuido el culo o voy y hago acto de presencia? Solo estando sale lo que debería y no hay tutía, el punto es cuán preparado estás para enfrentarlo hoy.
Con más calma que velocidad, la única forma de empezar es dando el primer paso, y lo demás adquirirá consistencia a medida que dejes tu ombligo y conectes con las demás conciencias.