Un teclado es el piano de la materia de producción inserta en uno que pide salir. Hay que saber tocarlo, rodear sus teclas, no mirar cuando no queremos, y pegar una pispeada para volver a ubicarnos en posición.
Tocar teclas no tiene nada que ver con descargar por la propia mano casi el impulso del pulso.
Ni que hablar si comparamos el teclado convencional del de una notebook. Ahí es más navegar en la flexibilidad, sentir que la mano es la amalgama identificatoria de la teclita que titila en nuestra conciencia y pide salir. En realidad sale en palabras, que luego son traducidas y leídas en letritas y bajadas a realidad plasmada en relato. Te lo logré contar. Sino esto mismo pasaba como vuelo de pájaro. No se repite, se pesca lo que está en el instante tildado y con necesidad de salir, de ser contado, vivido, incluso.
Iluso del que piense que algo más será respondido que la oportunidad y el instante mismo de salir a ser sentenciado y buscar alguien de la talla que se banque la batalla, que más que agresiva es de intelectos y vituallas, y que nunca mal viene una trifulca para salir ileso o con la enseñanza asimilada.Esperada, la contienda, nos sabrá visitar en la próxima estación. Es nación, y si vos te volcás por la simpleza, saldremos resueltos a la siguiente meta. No acometa, sepa ir lento y observando, suele haber más de lo que pensamos o nos animamos a indagar.