Mascherano. Y diez más.
Diego. Di ego. Ego.
Lionel Messi. El mesías. ¿Messi será el as? Lio. Hará lio.
A la larga, son 11 jugadores, rotativos, tratando de demostrar su predominio de habilidad por sobre otros 11 que patean para el otro lado.
Maradona llega a conquistar Sudáfrica. Hay otras 31 selecciones que quieren hacer lo mismo. Fútbol que guía el humor social. Sociedad que se entrega a los devenires de 23 monstruos que harán lo posible por conseguir la gloria. No es fácil, por más que muchos piensen que es más simple conseguirlo que no. Nada más lejano.
Ganar un Mundial implica destacarse por sobre el resto, pero también estar con la suerte del caso. Son, al fin y al cabo, 7 partidos en el mejor de los casos. Y que la pelota entre es cuestión de habilidad de los que atacan, pero que no entre en el arco propio, o que se estrelle contra el palo en una aleatoria definición por penales, es parte del destino mismo.
¿Estaremos destinados al éxito? En un mes lo sabremos.
El hecho es que prepararse para este tipo de torneos es de una exigencia superlativa, y parece ser que Diego Armando (equipo) es el indicado por la historia para llevarlo adelante nuevamente. Fe, esperanza, condiciones, faltan, sobran, desbordan de entusiasmo y veremos qué se traen entre las piernas. Porque a la larga, por más técnico que tengamos, los que definen la cuestión son los 11 que están adentro, y capacidad y habilidad les sobra. Veremos si se les da esta vez.
La suerte es necesaria. Desde acá acompañamos. El resto, es pura chachara futbolera, e incluso de los que no entienden que un Mundial es la consumación de habilidad de cada selección nacional. Todos buscan lo mismo, se le da a uno sólo. Ojala sea a Argentina en esta oportunidad.