lunes, 14 de junio de 2010
Azar y otra vuelta de tuerca
Amo el azar.
Saber que no tenemos idea fehaciente de lo que ocurrirá, y que, en alguna instancia, está librado a esa voluntad de expresión cósmica que es azar interpretado por alguien que cree que todo ocurre por algo y para que se exprese algo, es superlativo. Y sobre todo, inentendible.
Los hay matemáticos, que creen que el azar es una cuestión numérica y estadística. Seguí haciendo números, el azar es el azar.
Los hay posesivos, que creen que esa característica se expresa en la ruleta, o la lotería, pero aquellos dejan de entender que el azar no se hizo para salir victoriosos, sino para no tener la más pálida idea de lo que ocurrirá en lo inmediato.
Hay gente esquiva a esa determinación que piensa que controlando y comportándose de forma obsesiva ante sus iniciativas, el azar podrá dominarse. Pobre de ellos, las falta comprender la otra parte de la externalización divina, darse cuenta que uno entrega, hace eco de sus deseos, pero luego el Universo se complota para darnos los resultados, atados y coordinados a las energías entregadas, sí, pero nunca soltando la expresión que supera nuestra acción y nos deja expectantes de la definición.La definición por penales es la clara muestra del azar mismo.
Si uno no aborda e interactúa con la propia energía a las situaciones o personas que se encuentra, está sumiso, entregado a lo que el otro pueda proponer.
Al no elegir, al no proponer uno, se está a voluntad de entendimiento e interpretación de la otra parte de la pata comunicativa, la del interlocutor ocasional y lo que pueda sacar en limpio de la expresión de deseo conjunta.
Hay veces que socialmente se cree en la mentira, por conveniencia, porque ser sincero, puro, auténtico, atenta contra el mandato y formato convencional para lograr una convivencia posible.
Se minimiza, se disminuye la chance de apertura del juego con tal de tener la seguridad de que lo planteado o (pre)establecido gira en torno a nuestro saber o conocimiento standard. Es el cobijo cercano.