
El punto está en evaluar qué queremos, qué pretendemos del momento dado y ser consecuentes, actuar acorde.
En ámbitos grupales se produce un entrecruzamiento de intencionalidades y sale una interacción determinada por ese cúmulo de redes que se forman, conciente e inconscientemente, entre los partícipes.
Poner la intención y soltar, mostrar y dejar ser, son formas amenas y no invasivas de relacionarse cuando las intenciones se entremezclan y parece no haber un punto en común, una intencionalidad fija y concreta que rumbee a dos o más personas hacia los mismos horizontes.
Cuando existe esa coincidencia -Alcoyana, Alcoyana, diría Berugo Carámbula-, se genera la bienhabida unión de intenciones, y todo fluye sobre rieles.
Y cuando no, uno al menos pudo poner de manifiesto su pretensión, su búsqueda del instante, y nada queda guardado ni tapado.

El resto, de jugar la partida se trata, de ver qué cartas se van haciendo eco del juego y atravezarlo con compromiso.
Otras intenciones de vinculación, sugiero abstenerse. Ya tocaran manos mejores.