
Esa es mi vivencia a lo largo de distintas terapias alternativas; pruebas, experiencias a través de actividades con el intento de sanear el alma, curar algo que estaba quebrado. Una suerte de periodismo espiritual, un testimonio de vida, donde relato lo que observo y transmito el libre fluir de la conciencia bajo esos estados, efectos logrados de comunicación con el propio ser.
Ingresos a iglúes grupales con piedras calientes; el camino de la elevación de la energía Kundalini del cuerpo a través del yoga y las enseñanzas de Yogi Bhajan,
Danzar libremente la extática ola de los 5 ritmos; teorizar en charlas existencialistas, terapias grupales con distintos filósofos, talleres de creatividad y con gente interesada en escribir. Encuentros chamánicos donde se busca el animal interior y hacer las paces con la naturaleza divina; retiros meditativos en medio del sur argentino en soledad; constelar un dilema familiar no resuelto, para desactivar el bloqueo, darle rienda suelta a lo que sigue.
Críticas defensivas de muchos tipos y colores escuché sobre estas terapias no convencionales. Desde “muy new-age” a que “te volvés loco”, pasando por la gama de los que sostienen que la autoayuda tiene que ser mal vista, de reojo, porque es muy cursi, típica, cuando la palabra misma nos está diciendo su efecto saludable

Con buena conciencia, una inyección de confianza y certeza de que siguiendo ese rumbo evolucionaremos en nuestro accionar, tendremos más fuerza vital para enfrentar los obstáculos que se presenten, y luego, tan sólo nos resta relajar, meditar y dejar ser.
A quienes les interese, consúltenme, tengo muchas actividades para recomendarles :-)
