Agosto es una historia que condensa buenos actores, creibles, verídicos, atrapantes; una puesta en escena de la hostia, donde se nota la producción que se necesitó para llevarla adelante; y una historia familiar densa, cargada de matices, donde cada cual puede vibrar en distintos personajes o no, pero que de todos modos mantendrá nuestra atención puesta en el escenario, porque nunca baja su ritmo, mantiene la expectativa, atrapa al espectador desde el primer momento y se desenvuelve con un dinamismo donde es imposible resistirse.
Ir al teatro es una actividad sumamente enriquecedora. Es ampliar los campos de entendimiento, es aceptar meterse por unas horas en una historia que nos roza o resuena por algún lado.
Ser espectador es renunciar al protagonismo verbal de la historia relatada y darle paso a la contemplación, al goze por el sólo hecho de estar viendo arte.
Arte hecha actos.
Actos que sintetizan una obra.
Gran obra, Agosto, muy recomendable.