jueves, 4 de junio de 2009

Carta a quien se quiera hacer cargo

Escrito hace unos años, en momento cúlmine de la vida, situaciones "hito" que cambian el curso de los acontecimientos:

Nunca deberías negar lo que es. Más bien afirma lo que se pueda. El camino de solución es el de la distinción de los hechos que te precedieron, para así, y sólo así, poder encarar lo que vendrá sin trabas limitantes.

Existen dos posibles personas: las que se hacen cargo y las que no.

Los que atraviesan sus deseos en contacto con lo que les pasa tendrán una vida dura, llena de obstáculos reales y difíciles de resolver, pero no perecerán en el trayecto. Sabrán o buscarán la forma de sortear las vallas y conseguir lo que realmente sienten.

Los otros vivirán autolimitándose, sin siquiera darse cuenta, y cagándole el crecimiento a cuanta persona que quieran se encuentren. Nada es conciente para ellos. Todo sucede y se desarrolla sin que lo busquen. Les llega.

El planteo no es algo que les encaje, sino más bien lo que le formulan a otros, sin entender que son ellos los que están mal configurados. Nada (o todo) les vendrá bien porque no tienen con ellos la capacidad de decisión sobre sus propias acciones.

En cambio, en cambio el que se decide a asumir los riesgos que implica hacerse cargo tiene el mundo por delante. Las energías se alinean con sus sentimientos, el mundo empieza a jugar el juego de la comicidad, y la sonrisa tiende a aflorar a fuerza de concreciones.

Saber estar presente es un acto que no muchos seres de este planeta llegan a plasmar. Comprender la sincronicidad y la razón de ser de los hechos y las personas es algo para elegidos. Y que no suene pedante, elegidos por uno mismo. Cada cual decide si meterse en esa aventura personal que representa el asumir la absoluta responsabilidad de lo que se hace –y se deja de hacer-, el cuidado de los seres queridos que nos acompañan y, por sobre todo, quien acepta dejar de lado las dos sensaciones más frustrantes y desgastantes de esta vida terrenal: la culpa y la vergüenza. Esas que nos cierran la compuerta de la vida bien vivida, del goce pleno de la realidad.

A quien lo haya podido ver, felicitaciones, la senda está allanada para el disfrute pleno. Y quien no, mis disculpas, esto sólo te hará enojar más. Es lo que hay.
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