En un local que provee Internet. Trabajo mientras pienso en este estilo de vida, en probar hasta donde nos guste. Tirar la soga que siempre algo nuevo sale. Animarse a ir por un poco más que hay soga para rato. Y luego, en el formato clásico de problematización que genera la vorágine de la ciudad y una consecuente ansiedad, como para tener por qué preocuparse nomás…
La lejanía de la ebullición ciudadana me permite distinguir hasta qué punto se trata de arremeter por lo que uno cree y que se dará. No hay forma de evitar esa afirmación revelada. Ir por lo que nos guste, allí estará. Se hace cuerpo.
El día que tenga que venir una revolución, natural, social, planetaria, lo hará, pasará, y nadie nos consultará si estamos preparados para hacerle frente. Las grandes situaciones se dan en el momento menos esperado, en vano es cranear mucho previamente las cosas, si luego ocurrirán y tendremos que estar lo más dispuestos y sueltos de carga para enfrentarlo. Encararlo. A la que venga.