Pensando con qué contenidos ir dándole forma a mi nuevo y querido blog, me surgió la necesidad de encontrarle una vuelta a un tema que abunda en mis días cotidianos, y que durante una larga época -si no ahora- representó un nivel álgido de mi neurosis, de mis idas y venidas, supongo que como las de todo el mundo.
El sexo opuesto, el complemento a nuestros deseos de expresar amor y ser correspondido. Muchas veces esto último se nos escapa, más bien los amores adolescentes, donde las ganas de que pase algo tienen más fuerza que la capacidad concreta de amar, y dar y recibir cariño. Y los consumados, mucho más interesantes que los que se pierden en meras intenciones, que nos hacen conocer una parte nuestra que refleja el tipo de amor que nos toca vivenciar. Que viene a mostrarnos una realidad distinta según el período de crecimiento en el que nos encontremos.
Momentos, situaciones, recuerdos, y perspectivas futuras. ¿Existirá el amor ideal? ¿Hay forma de ir marcando un mapa de las características de esa posible media naranja? ¿Es sólo dejarse ser en lo que se siente en el instante y esperar la devolución del caso? ¿No suena divertido el probar un ensayo sobre los distintos amores que me tocó encarnar?
Finalmente, de carne somos.