Soy un honor. Y un dualista de la primera hora. Todo funciona dentro mío por contraposición, por igualación de parecer respecto a otro que está en la vereda de enfrente.
De a cuentagotas tiene que fluir el efluvio de conexión divina que siento con el papel al escribir. Tratarse despectivamente es lo peor que podría hacerse en estos casos.
Bajá de la nube. En Valencia se deben escribir buenas zarzuelas. Y deben hacer ricas salsas tártaras.
Y en Venecia deben salir prosas más lacónicas.
Menos pregunta Dios y perdona. ¿Por qué la idea de que alguien nos tiene que perdonar?