
Y de alguna manera me perdés. Nos perdemos.
Por momentos no se si la charla que tenemos conduce a algo o es la nada misma.
¿Y qué hago pensando en vos entonces? Quién lo sabe. A mi también los caminos me llevan a repetirme. A volver y volver, insistente resulté.
¿Explicación de todo necesitas tener? ¿Y si no la tenés? Lo que es mejor, ¿si no la hay?
Cuestión que yo no concibo no gustar. Y desde ahí mi neurosis se vuelve a topar con tu caso. Si todo es tan lindo, qué hace que no. No es no.
La nada misma ya me relaja más que un rechazo de respuesta. Sé de qué te hablo.
Más si nunca me animé a buscarla. Soy un cagón y me animo solo a transmitírselo a mis sentimientos. Con vos no puedo. Algo me congela y me hace observar, y repreguntar, y tan sólo ver la psicosis que se nos dispara al no encontrarle sentido a lo que decimos y hacemos me hace entrar en un estado de shock y desazón que por alguna razón me tiene sin cuidado. ¡Cuidado! ¿Cuándo me voy a saber escuchar?
Siempre tuviste mucho lugar vos. Para vivir, para hablar, para escuchar, para opinar, y para volver a hablar de lo mismo, sin pruritos ni contemplaciones.
También estaría bueno saber qué importancia le das a lo sexual. Porque sino no tengo quejas. Yo, muchas. Si los cuerpos no se comunican, a mi me falta algo.
Y más hablás y menos creo que te conozco. Y eso que hace tiempo ya que di con tu persona. Y nunca nos dimos. ¿Sirve plantearme mis equivocaciones al no poder consumar o es preferible observar tu constante estado de ebullición y la inhabilitación a explorar nuestros seres masculino y femenino que generás? No lo soporto.
Continúa haciendo click aquí