martes, 12 de julio de 2011

He aquí el Mesías

¿Qué, no te conté? Sí, me eligieron el Mesías del siglo. En realidad, por ahora, el mensaje divino fue que de la década, pero como es algo que se lleva en la sangre, yo me creo que me acompañará hasta la muerte.
Es difícil, porque inevitablemente te la crees, tendré que saber moderar mis ansias, ¿no? Y empezar a desandar el camino.

¿Cómo se es Mesías? ¿Cómo se convive con la certeza de saberse venido con una finalidad? Supongo que no será cuestión de andar repitiéndolo por ahí, no tiene ningún sentido, ya me haré a la idea. Y después, de desparramar actos de iluminación a destajo, si total no se agotan.
Es toda una responsabilidad también, ser equitativo, ecuánime, sublime, casi cansa. Sobre todo si todos se enteran que soy el Mesías, las expectativas ya colmarían la posibilidad de sorprender con mis actos.

También puedo relajarme en la tranquilidad de saberme El Elegido –de mi película- y reposar y hacer la plancha en el mar de las bravedades y dejar que se presenten los hechos a resolver. Porque si le doy más vuelta pareciera que el ayudar es un trabajo, un esfuerzo full-time, y yo no quiero tomármelo así… Es un don se supone. ¿Quién dijo que debo padecerlo o estar siempre pendiente de él? Apenas si me contaron que llevo a Dios en mi pecho, pero eso no me habilita a querer derrochar y desparramar mis verdades como Universales.
Bueno, sí, el Mesías, acá está. ¿Vino a salvarte de algo, a protegerte, a darte lo que no tenés o apenas si tenés que disfrutarlo, vivirlo, quererlo y el resto se hará eco como producto de su dar para recibir?
Las respuestas aparecen en el devenir, no hay igualdad sistematizada para dar resultados. Menos queja o reproche y más acción. En ese tren, el Mesías es cada uno que pueda creerlo, el que no se convence no lo ve, es como los ovnis.

Ser Mesías o no no cambia mucho la visión que se tiene del mundo. Hay que actuar como niños eternos, evaluar sin juzgar, decidir sin pretensión de control, y repartir dicha en forma de juego continuo e incesante que permita dar a conocer.
Así que ya saben, no lo cuenten mucho si se saben descubridores del Mesías, y sepan transmitir la cadena de favores, nada cristianos y puritanos, del modo en que les salga.

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