
Aldón pirulero, ¿cómo es eso de que cada cual atiende su juego? El involucramiento es vital para que se produzca encuentro.

Quien arriesga más se lleva. Y sólo en el caos se asimilan los cambios porque lo prolijo, lo excesivamente ordenado, no da paso a que se piense la situación desde otra perspectiva.
Sumo, y luego multiplico.
¿Cómo dejar de remitirse a lo consonante? Lo que pasa en la escena psicodramática se traslada al mundo real, al día a día, sin miramientos, porque es un nudo desatado.
¡Desatate, soltá más! ¿Por qué habría que seguir esperando algo del otro que no está dispuesto, o no puede dar?
Ni mejor ni peor. Dis-tin-to. Es otra persona.
Y no soy quién para remarcarle todos los aspectos de autoobservación que tiene delante de sus ojos. Porque los ojos son suyos.

Dejar de buscar al que no muestra es parte del proceso. ¿Qué aporta? Y sí, si no deja ver sus cartas no hay nada más que hablar, ni que preguntar.
Preferiblemente sin ira, pero que se vaya a la puta que lo parió sino… El hacerse el pobrecito ya no me encaja.
¡Soltá más! ¿Hay necesidad de mendigar cariño cuando se comprobó que sanamente fluyen los mejores vínculos?
Qué es sano, surge entonces. No algo resuelto con moño, sino sentirse entero para dar un paso más. No dejar de darlo, si a la larga la vida es eso, continuo.
¿A quién le ganaste? A tu propio ego, que lucha por hacerte creer que lo que importa sos vos, vos y vos. Dejando librado a la resonancia del grupo soltás esa faceta que se quiere apoderar de tu pensamiento, haciendo creer que estás en lo cierto. Nada más lejano. Porque el insano siempre está alejado, como en otro plano. La tarima no le alcanza y se piensa que la razón es su anclaje, porque su causa se desarma en articulaciones metodológicas. Claro, si diera paso a la perspectiva de lo que lo rodea no sabría qué hacer con tanto cabo suelto. Porque lo que no es él preferentemente elije que pase. La vanidad se apodera de su escena, porque no quiere soltar su creencia, aunque le haga daño.
Ayudar se emparenta muy poco al someter, y querer ser rechazado es parte del que no canaliza su cariño como Dios manda. ¿Manda? Ni siquiera eso, conduce, nos lleva a que se haga hechos lo que esencialmente queremos que pase.
Me quiere / no me quiere… Se marchita enseguida así, demasiada polaridad para que el amor se haga su espacio.
SUELTO. De cuerpo.