domingo, 11 de diciembre de 2011

Dale que va

7 de la mañana, en Agronomía
“De la idea a la acción, un impulso”

Es que no se trata de tenerlo claro previamente. En la ejecución va surgiendo el sentido mismo. Me derivo, voy y vengo con la cabeza, propio del vaivén que nos incumbe.
Siento amor por un bichito bolita que veo entre su jungla de pasto. No es joda, lo veo haciendo su esfuerzo descomunal por avanzar y me inspira respeto, admiración, algo que me llega al pecho.

Las sutilezas son para los que se animaron a bajarse de la matrix e inmiscuirse en las energías que rodean a sus cuerpos físicos.
Un mate para mi, otro para la eternidad.
Es lógico que el mundo de la comunicación no esté preparado para recibir un mensaje tan expansivo, pero recaer en eso sería asumir un ego que no importa. Uno no importa. Es el mensaje. Porque somos todos canal. Tarde o temprano a cada uno le llega el momento de conocerse y distinguir esa particularidad de su ser, que no es más que la de toda la existencia. Fluir en las energías disponibles, brindar, dar.

El tema es que en los medios la voz está priorizada, desde luego, y lo que cada cual pueda enunciar es lo que lo define.
Momento de fin de paradigmas y nacimiento de nuevos.
Habrá quienes se aferren más y quienes menos y acepten descubrir por dónde va. Incerteza a la cabeza, obvio. ¿Estás dispuesto?

Hay que entregarse a lo que pueda venir. En las estructuras en las que fuimos criados es difícil aceptarlo, y el consumo y el capital a conquistar y otras tantas situaciones que azotan nuestra esencia a veces sirven para taparla y seguir dándole para adelante, mas no podrán callar al sol naciente, a la necesidad de recomposición del planeta, y las ganas mismas de vivir bien, felices, en armonía.

La Era está pariendo un corazón de oro, y en ese tren de descubrirlo estamos todos. Cada cual lo transmite y canaliza como puede.
Habrá quienes, al estar bloqueados, obturados por seguir aferrándose a viejos paradigmas, no puedan pasar la puerta. Y eso que el portal es grande. Y esos me dirán que qué me creo para decir todo esto.
No, no tengo todo resuelto. Al contrario. Prima en mí la necesidad de expresarlo para poder desentrañarlo.

El matete sigue siendo creer que es el individuo el que tiene la posta, y querer destacarse unilateralmente. En mi caso pasó mucho agua bajo el puente para distinguir que solos no hacemos nada. Es entre todos. La alegoría del granito de arena, o la gota de agua en el océano, encaja a la perfección para describirlo. Eso somos. Y cada cual tiene que volcar y abrir su parte.


¿Te abrís? ¿A qué podés llegar a temer? Comprendé que entre todos, colaborando, cooperando, cocreando, es resoluble. Porque nace de tu dicotomía –inexistente de a de verás, por cierto- y si querés superarlo, sí, el camino es largo pero llegás, a donde querés, a donde te toque también. Porque ahí entra en juego el destino, eso que no sabemos bien qué es ni dónde está, pero que entregados divisamos que nos circunda y lleva a encontrarnos lo que nos toca en el transcurso del espacio-tiempo llamado vida. Ese lapsus al que nos aferramos para seguir contando de qué la va.
Seguimos.

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