martes, 6 de septiembre de 2011

Sacando el personaje interno

Levantado. Ayer anduve vagando en mis adentros toda la noche. Me sumergí en pensamientos hondos, sin interactuar. ¿Me castigué? Ahora creo que me premié.
Hay que quererse lo suficiente como para no castrarse las intenciones de concreción. Me querré. ¿Me querré? Va cambiando según el momento, pero se afianza cierta simpatía por el amor propio. Después llega por decantación el otro, el que se anima a dar sin más deseo que brindarle algo de bienestar a quien queramos. Amor incondicional, así juego a entregarme. En su completitud. Defensas altas.
¿Tengo algo para decirme que no sea insulto? En la operancia sistémica está la virtud de pertenecer a los que simplifican los hechos para llegar a su placer personal.
Las otras son cruzadas desprotagonizadas por los inentendidos de siempre.
La vuelta al ruedo lleva su esfuerzo y dedicación. Lo que quiera, lo tengo.
Escribo para trascender. Ejercito para estabilizar.
No hay rollo con el presente, se acontece lo subsiguiente a la tranquilidad, y estoy afectado sólo por la sucesión de motores renovadores de entusiasmo.
Relajo la excitación. Más bien veo menos que lo que la experiencia me posibilita. Con ser conciente alcanza.


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