lunes, 15 de agosto de 2011

Itinerante y ambulatorio

Yo también me entretengo. Pero supongo que hasta que logre hacer perdurar el estímulo por defecto placentero de la condición errante. Craso es el error de creer que por conocer se sabe.
Con convicción. Hacer las cosas con la única certeza de que es por la vía que pretendemos que fluya. Lo que no significa que lo hará, pero al tirarle esa intención es lo máximo que podemos hacer por su bien. Del resto, las otras energías intervinientes determinarán el curso de la acción.

12-8 | 9.45 hs.

En el Hospital Italiano esperando que me atiendan el dedo. Me lo rebané con una trincheta. Y escucho a Scott con una oreja, y la otra espero que anuncien mi nombre.

Ayer fue Universo Invisible, de Eugenio, salió bien, y ahora diluvia afuera.
Me asombra la cantidad de gente que concurre al hospital. Somos una sociedad enferma. Porque yo me siento así.

Lo que uno dice de la sociedad habla de sí. Porque el recorte es el que uno elige hacer. Hay mucho por apreciar como para reparar en los aspectos cerrados y renegadores de la sociedad. Para ratas de ciudad como uno, la vida misma transcurre en este particular hábitat.

Sillas de rueda, muletas, malestar se percibe en este espacio. Gente a la espera de que un médico le diga qué tiene, y para muchos, qué hacer. Si el eje de tu vida está en la enfermedad es muy difícil hacer pie. Hay que sacar en algún momento el pie del plato de la negatividad que parece apoderarse de quienes no encuentran el sentido orientador.
La pisca, la chispa, la luz que direcciona las energías hacia la realización pasa por encontrar algún pensamiento positivo en el oscurantismo que cada cual se sienta, para así elaborar su propia búsqueda.

No hay encuentro, logro, consecución que se obtenga de una creencia negativa.
Dignarse a irradiar las propias posibilidades de sentirse bien –sin meter al subjetivo éxito en el medio- requiere dedicación y perseverancia, entre otras cosas, y aprender a dejar de lado aquello que atrae los desaciertos es de una atención flotante continua, permanente, incesante. Y a veces uno puede tener las defensas bajas, y zas, te crees algo de lo que ese batallón de seres pululantes, zombies, deseosos de sangre fresca, y positiva –que no tienen-, está expectante por absorber.

Uno tiene que entrenarse en el arte de entrar y salir, sin perspectivas terminantes, tendiendo manos y sabiendo resguardarse cuando las energías no lo permiten. Percibir, intuir, dejarse guiar para donde nos tira, nos llama, nos chista o da un toque a la atención personal y decidimos ir por allí.

A veces necesitamos que nos escuchen, otras estamos dispuestos para hacer lo propio. Cuestión de encontrar los seres que acompañen y aporten. Que se espejen. Que se brinden.
Brindo.

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