Uno tiene la mente subdividida en carpetas, y elije archivar una para dar paso a la otra. Despejar el campo del pensamiento continuo en un mismo tema, para que se airee y levante polvareda en su momento.
Incursionar en variaciones sustanciales de nuestra propia etapa evolutiva, sin tener claro qué se piensa, pero sí lo que se compensa, con la transmutación de creencias, y experiencias vivenciadas por la razón de ser digeridas, como quien una pluma lanzó.