miércoles, 5 de enero de 2011

Adaptabilidad

Tener la capacidad de adaptarse a los esquemas renovados que se nos presentan es lo que diviso como la búsqueda de estos tiempos.
Permitirse distinguir nuevos espacios de realización, de consumación de los deseos personales, de sentirse gozoso y en un lugar que fomente nuestro placer por ser como somos es la constante intención de los seres que habitan su cuerpo con las ganas a flor de piel de sentirse felices.


Adaptable, fuera del esquema de rigidez tosca, tozuda, dura, plantada en cemento en lugar de tierra removible e intercambiable.
Comportarse de forma flexible, transformable, dúctil, comprensiva, permite ver qué conviene del sinfín de ocurrencias que surgen al abrir continuamente el flujo de oportunidades de expansión.

Adaptarse es entender que no hay una Verdad superlativa, sino la propia que se adecua a la conveniencia y posibilidad de seguir ampliando para no agotar el ciclo de crecimiento.
Me adapto, y no bato otra que la que lato en confluencia de saber ver lo que cambia y le doy cabida.

Adaptarse es vida. Y sin que se aflija es posible que tome posición entre la ocasión y la congoja de saber que no afloja, es sólo dejarse ser con el acontecimiento que exalta al individuo por sobre el dominio de saber por dónde irá.

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