Hay personas que fueron hechas para confrontar, para ir al
frente y no sólo exponerse –y exponer sus ideas- sino también para enfrentar,
dejar en evidencia, hacer aflorar lo que no siempre está visible.
Esa gente, que asume su fuerza de choque, su poder de fuego,
su característica de rebeldía eterna, en ámbitos de armonía y espiritualidad no
integral, o meramente en personas que se mantienen en pie porque vinieron a la
tierra con dos miembros que los sostienen, suele ser vista como agresiva, pero
quiero reivindicarlos porque son tan necesarios y vitales como los que creen
que en la búsqueda de la paz está la respuesta a todo.
Estamos inmersos en un proceso intenso de cambios en el cual
hay que saber integrar visiones y muchas veces la reacción, el toreo, el
cachetazo imaginario para despertar, son claves en los momentos de algunas
personas.
Obvio que las fuerzas de choque tendrán gente que los
critique porque no se bancan ese estilo, pero en mi caso no sólo me reconozco
en ese conjunto de seres sino que empatizo con ellos y me caen bien. Como que
distingo su mayor sinceridad, su no impostura, para decir lo que creen sin que
les importe mucho las formas, y ahí hay un don, una habilidad, una frescura,
que como tal tiene que salir como se siente, y habrá flojitos –o seres
apaciguados, para no caer en la crítica de lo que no me identifica- que no
tolerarán esa crudeza emocional que habita a las fuerzas de choque, a los
topadoras, a los que tienen una energía vital que no se resiste a decir lo que
cree ni regula su ritmo para no caer mal.
Elijo la cercanía con quienes no moderan, siento que se
desarrolla un nivel de intimidad inigualable al actuar así. Y no es que el
resto me caiga mal pero sí al ser fofito, o blando, distingo que es un modo de
ocultarse, y yo elijo y quiero ver al ser que es.
Al escribir, o hablar, también, para desarrollar una idea,
hay que pelearse un poco con su lado opuesto. Hay que reconocerlo, amasarlo, y
ahí encontrar la idea que sustente tu postura. La integralidad después hace su
parte pero la posición se toma, uno se juega por su creencia. Lo que les sale
de las tripas y hace que debatamos. Así se construye opinión. Dándole cabida a
las variadas perspectivas, para saber por dónde va la que más te cabe. Y yo, a
los que van al frente sea como sea, o salga como les salga –porque siempre hay
que probar para encontrar el tono-, los celebro y disfruto. Así vale la pena
vivir. O vale el entusiasmo desmedido, para ser más precisos.
Podrás quedar en posición adelantada -el offside, u orsai, en
términos futboleros- muchas veces, pero también podrás descubrir más de vos y
tu entorno que quien se expresa como aquella frase de una publicidad de
mayonesa que no sé por qué recuerdo: “¿para qué? Si así estamos bárbaro…”,
dicho por una pareja abúlica que miraba la tele mientras comía.
Para dimensionar la intensidad de la que está cargada la
vida y para seguir expandiendo los límites de tu conciencia, prefiero los que
se animan y después ven.
Las fuerzas de choque bien centradas y dirigidas llegan
hasta las últimas consecuencias, no se quedan con chiquitas, y así ayudan a
crecer. Si en alguna oportunidad te caen mal, no es para rotularlos, sabé que
son así, y como tales son imprescindibles en este ecosistema de seres tan
disimiles.