El arte rompe todas las barreras y limitaciones que haya. Se
puede decir esto, pero la vía a la que te invita el experimentarlo, sentirlo,
hacerlo carne, es inenarrable.
¡Hay que vivirlo! Buscar las formas de soltar, de
desprenderse de eso que por alguna razón nos convencieron –o quisieron hacerlo-
que estaba mal. Mal. Que palabra de mierda, encasilladora, opresora, muy
definitiva como para asignarle valor de verdad.
La Verdad viene de la mano de la expresividad. Y
distinguimos también que es personal, subjetiva, única. A través del arte deja
de haber algo que imponer, es más bien liberar, dar paso a lo que se te revela,
porque de eso se trata, de no saberlo de antemano, sino que se te haga
presente, con toda la emoción y el sentimiento que te embarga, y darle rienda
suelta, no reprimirlo, sino sentirlo, naturalmente. El arte te deja Ser.